¿Uno o múltiple? |
El patio de luces y el toro (segunda parte)
Nunca segundas partes fueron buenas.
Intentemos probar lo contrario.
La pulsión, para no extraviarse en su camino de ida y vuelta, para completar su tour alrededor del borde de un orificio excavado por el significante en el cuerpo necesita saber en qué punto concreto de su trayecto deberá girar, torcer, cambiar de sentido; para ello, se apoya en el objeto @, al que rodea, abraza, con el fin (aim) de regresar al mismo lugar del cuerpo en que inició su recorrido (la zona erógena).
El objeto @ es la plazoleta alrededor de la cual la pulsión da la vuelta |
El objeto @ es una especie de rotonda o plazoleta, pequeño recodo o esquina, que permite a la pulsión dar la vuelta sobre sí misma, girando en círculo (como los hombrecillos de "Suben y bajan").
¿De dónde viene ese @ tan versátil?
Es la operación de corte significante sobre los agujeros ana-tómicos lo que desprende, hace caer, al objeto @.
El objeto @ tiene una función de rotonda para la pulsión |
¿Dónde localizar "la mirada" en el cuadro de Escher, el objeto @ de la pulsión escópica?
"La mirada" es el objeto @ de la pulsión escópica |
¿Cuál es?
Tiene que ver con el rastro, la marca que deja como resto el corte del significante sobre el cuerpo, la ana-tomía ("corte", "hendidura").
¿Cuáles son los efectos del corte del significante sobre las zonas privilegiadas del cuerpo (lo que Freud denomina las zonas erógenas)?
Son dos:
(-) Desprendimiento del cuerpo del objeto @: el objeto de la pulsión, del goce.
(-) Constitución de la hendidura del sujeto (
El corte significante sobre el cross-cap: hendidura moebiana del sujeto + disco-@ |
La pulsión vuelve grupas en dirección hacia la satisfacción gracias a la rotonda-@ |
Con estas referencias tan pintiparadas, acudamos a ese auténtico misterio que es "Suben y bajan".
Para encontrar el objeto @-mirada (la aguja en el pajar) hay que preguntar al paisano del lugar (para el caso podría ser un analista en el lugar del sujeto supuesto al saber) por dos localizaciones:
(-) El agujero erógeno.
(-) La rotonda de giro de la pulsión en su come back hacia la zona ardientemente erógena.
Proyectemos algo de luz sobre el cuadro.
Efectivamente, en el cuadro de Escher, con un poco de imaginación, se pueden localizar:
(-) Un agujero: el patio de luces;
(-) Una especie de templete, de pérgola, pequeña pagoda, con ínfulas de belvedere, que es justo el lugar por el que giran los hombrecillos en su ascenso y descenso por la escalera.
La cosa se puede resumir así: patio de luces (
Un edificio escheriano con dos o más belvederes |
El belvedere, el mirador de pájaros, o de lo que se preste, es la rotonda, la plazoleta buscada (por no decir deseada), el mismo cruce de caminos donde Edipo mata al padre, a Layo, encontrándose, sin saberlo y sin quererlo, con su propio destino (lo más desconocido para él).
Es evidente que por su ubicación en esa azotea, en las alturas celestiales, el templete-belvedere tiene función de objeto @-mirada.
¡Por fin lo hemos encontrado!
El caso es que aquí no acaban nuestros problemas, comienzan.
Un cuadro es un atrapa-miradas.
En "Suben y bajan", la mirada, en su estatuto de objeto del deseo, invisible a la vista, ha quedado atrapada en ese templete giratorio, el instrumento que hace posible que los hombrecillos-significantes den dobles vueltas (dos por el precio de una): vuelta 1: alrededor de la escalera circular; vuelta 2: alrededor del patio de luces.
La mirada se hace presente en la cuenca vacía del ojo.
Desde el belvedere, el real del mundo nos mira, somos mirada, nos hacemos mirar.
Lo bello (bello) verede (ver) nos vela el desprendimiento radical de la mirada, su caída del cuerpo como despojo, objeto @, efecto del corte significante.
Gracias a haber podido situar el objeto @-escópico en ese belvedere ciego, en ese faro apagado, adyacente al patio de luces, se ha retomado el hilo de Ariadna que nos guiará por el laberínto tórico.
En un toro, al igual que en "Suben y bajan", intervienen dos agujeros (empleo el verbo "intervenir" para destacar la dimensión temporal del acto).
Uno de ellos es real y el otro simbólico.
El real es de hecho y el simbólico de derecho.
¿Qué significa esto?
El agujero del patio de luces está hecho de un real irreducible al saber.
La escalera, en su condición de tunel horadado, tubo escalar, escalonado, en pendiente, por el que circula la procesión de los hombrecillos-significantes, es un agujero simbólico, de derecho (no de derechas), reducible al saber.
"Suben y bajan", que es un cuerpo tórico, se organiza alrededor de dos agujeros (conductos-conductores del goce):
(-) El agujero interior y exterior: el patio de luces, corriente de luz
(-) La escalera imposible, que es un conducto abierto por el que se desplazan garbosamente los hombrecillos-significantes que, sin saberlo ni quererlo, cada vez que recorren el perímetro circular de la escalera dan una vuelta de más, extra, suplementaria, alrededor del patio de luces (la vuelta del deseo).
Por el cauce central de la escalera, como una pesada barcaza, avanzan en círculo las ondas significantes de la demanda (los esforzados hombrecillos).
La escalera, hueco longitudinal, ascendente y descendente, por donde circulan parsimoniosamente los hombrecillos-significantes con el peso a cuestas de sus demandas |
El patio de luces de Escher es el homólogo estructural del agujero éxtimo -del deseo- de un toro.
Comparémoslo con la imagen de un toro:
Los dos agujeros tóricos: el alma del toro, alrededor del cual giran los significantes de la demanda; el agujero central del deseo -<<interior-exterior>>- donde se localiza el objeto @ |
¿Qué es lo que captamos en "Suben y bajan" de Escher?
Una función que denominaré <<2 X 2>>:
(-) Dos (2) agujeros de distinta estructura: el patio de luces y el tubo hueco, abierto, de la escalera...
(-) Por (X)...
(-) Dos (2) líneas curvas -exterior e interior- trazadas por las dos columnas de hombrecillos-significantes en su tour de peregrinaje por la escalera.
En el toro, figura tridimensional, sin bordes, cerrada, también se capta una función <<2 X 2>>.
Al toro de la figura superior se le ha sometido a un corte, manipulación que conlleva la pérdida de sus propiedades estructurales, sobre todo la desaparición del agujero central.
Por otra parte -lo cortés no quita lo valiente-, abrir las tripas del toro permite ver lo que guarda en sus intestinos.
Al cortar el toro se ha generado un borde, una solución de continuidad en una superficie continua.
La ruptura de la pared del toro establece una comunicación entre el interior y el exterior.
Al abrir el donut tórico de un bocado desbocado y romperse su anillo se volatiliza el agujero central.
En el toro intacto, no manipulado, el agujero central es irreducible: imposible de convertir en un punto por transformación continua (nadie se puede marcar ese puntazo).
¿Qué nos muestra esa ventana abierta al interior, a las tripas del toro?
Si se abre el toro en canal, desaparece el anillo que constituye el borde del agujero central.
Sin borde ya no hay agujero.
Sin agujero ya no hay deseo.
Falta la falta.
La imagen de ese toro mordido en su pared frontal nos muestra una hendidura en el lugar donde estaba el borde anterior del agujero central; solo permanece intacto el borde posterior (que ha perdido su función de borde al no haber ya agujero que bordear).
Sin operación de corte lenguajera no hay borde; sin borde sensible no hay agujero real; sin deseo de castración no hay agujero irreducible ("muerto el perro se acabó la rabia").
Un agujero es un vacío circunscrito por un borde.
Los agujeros tienen su definición topológica, matemática.
Lo que añade el psicoanálisis a la topología es que no hay agujero sin sujeto, sin castración, sin corte significante, sin dolor, sin angustia y sin goce (que implica la pérdida de un real).
Si la estructura topológica del toro está preservada, el elemento fundamental del toro, el agujero éxtimo, irreducible, aunque se lo exprima hasta la última gota, apretándolo con la soga de la demanda, constriñéndolo con los significantes que giran sin cesar alrededor del alma del toro, nunca podrá transformarse en un punto (a diferencia de la circunferencia).
En el toro intacto, el agujero central del deseo -éxtimo-, habitado y habilitado por el objeto @, no puede evaporarse, constituyéndose como la única garantía de que el deseo no desfallezca.
Aunque no hay que olvidarse del abrazo de amor, tan estrecho, estrechado, estrellado, estresado, de dos toros -sujeto y Otro-, que se funden (en todos los sentidos de la palabra), confunden, a través de sus respectivos agujeros del deseo.
El abrazo de dos toros |
Una vez que se deshace ese abrazo amoroso, en el que se ha respondido al deseo desde la demanda (no desde otro deseo), separándose los cuerpos, uno se queda a solas con ese ruin y bajo agujero que sigue tan vacío como antes del acto: "Después del coito todos los animales entristecen a excepción de la hembra humana y el gallo" (Galeno).
Lo del gallo no es por el torero, sino porque la excepción, aunque se trate de la de un gallo, confirma la regla: "Post coitum omne animal triste est".
Rafael el Gallo |
Una frase célebre de Rafael el Gallo, indicativa de su posición frente al miura de lo real: "Las broncas se las lleva el viento y las cornadas se las queda uno".
En el caso de la mujer la cuestión de su felicidad pasa por el goce femenino en su condición de notodo-fálico.
Los dos puntos críticos, cruciales, sensibles, de la representación monacal y escalante del Monasterio de Escher, son el patio de luces y el templete-belvedere: el agujero y la mirada.
La escalera paradójica, penrosiana, tiene función de entretenernos, atrapándonos en su nasa, en su nada, para que nada nos detenga ante esos dos emblemas pictóricos: el agujero de la castración y el goce de la mirada.
El patio de luces es un agujero: la columna vertebral del edificio.
El belvedere es un mirad-or: el lugar de la mirada (considerada no como sujeto, sino como objeto).
Si uno se fija en esa escalera estilo art nouveau creería que esa casa ha sido construida por el tejado (de forma disparatada y absurda).
En cambio, si se detiene en el patio de luces estilo art decó pensará que la casa no ha sido construida desde los cimientos, sino desde sus intestinos (del latín "intestinus": "interior") que, como todos los intestinales intestinos, es un conducto interior-exterior.
En esta representación subida y bajada de tono es obvio que no hay que ser un águila para ver que todo se organiza alrededor del patio de luces.
Si avanzo un poco, me atrevería a decir que el patio de luces, en su estatuto de sujeto-de-la-casa, tiene una función de causa (no de causa formal o final, sino material).
El edificio monacal de Escher está forjado con la materialidad gozosa de un agujero.
La máxima paradoja de esta paradoja escheriana no es la de una escalera paradojal que nos engaña paradójicamente, sino el hecho de que en esta representación la visión es binocular, divisiva, debido a que somos mirados desde dos aparatos oculares distintos:
(-) Cuenca ocular-1 (mirada-uno del cuadro): el patio-luminaria, el agujero luminoso.
}División Sujeto
(-) Cuenca ocular-2 (mirada-dos del cuadro): el templete-belvedere.
La escalera paradójica es el efecto de la spaltüng del sujeto (
La escalera dividida por el patio de luces; al fondo de los fondos, la ventana del fantasma, allí donde todos nos desfondamos. |
Esta escisión del sujeto se puede abordar como la distancia que separa el lugar desde el cual nos vemos como imagen especular (i [a]) en relación con ese otro lugar desde donde somos mirada [@] que causa el deseo del Otro.
Es la misma hendidura que separa el lugar del espejo (m<-->i´[a]) del lugar del fantasma ($<>a), causa de la división del sujeto, de la tachadura que lo abole.
El grafo del sujeto es un patio de luces coronado por un belvedere |
Este lugar central, espacial y funcional, el patio de luces, alrededor del cual todo gira, está re-marcado y enmarcado por la disposición de la escalera circular cuyo centro se localiza en ese agujero-luminaria.
Los hombrecillos insignificantes, afectados por una especie de obsesión escalante, como pequeñas luciérganas atraídas irresistiblemente hacia la luz por su fototropismo, giran sin cesar en torno a ese patio-de-luces (el tropo metafórico de la causa del deseo).
Este Monasterio tiene sus pilares, como debe ser.
Si le quitásemos el patio-de-luces -¡oh desgracia!- todo el edificio se colapsaría, se derrumbaría.
Por eso es tan importante preservar en un análisis el espacio del deseo; que, en algún lugar, se sostenga a machamartillo un agujero-falta que no sea reducible topológicamente a un punto.
Esta y no otra es la función del agujero central del toro (el sonajero) y del objeto @ (la piedra del sonajero): mantener abierto el lugar de la falta.
Que no deje de sonar la música del deseo |
No ceder ante el deseo implica evitar que desfallezca el deseo, que se tapone su nasa (con un seudo objeto @).
Por eso, en la consulta de un analista, sería bueno disponer de una buena escalera y de un patio de luces, ambos escherianos.
O que el analista utilice un toro como almohadón para asentar sus posaderas.
Todo el secreto de un buen o mal análisis no tiene tanto que ver con lo que se ha dado en llamar el atravesamiento del fantasma, sino con la defensa a ultranza, por medio del arte de la interpretación y del manejo de la transferencia, del agujero del deseo, al que suple ese resto objetal, gozoso: el @.
Existe un isomorfismo entre los diferentes elementos estructurales de un toro y aquellos que configuran el cuadro "Suben y bajan" de Escher: el patio de luces, la escalera circular, los monjes orantes -escalantes y bajantes-, el belvedere, etc.
¿Qué es el isomorfismo?:
"Dos estructuras (sistemas o conjuntos) son isomorfas entre sí cuando a cada elemento de la primera estructura corresponde sólo un elemento de la segunda, y a cada operación (nexo) de una estructura corresponde una única operación (nexo) en la otra, y recíprocamente" (Diccionario soviético de filosofía).
El patio de luces de "Suben y bajan" y el agujero éxtimo del toro son isomórficos.
El toro se organiza, se construye, alrededor de su agujero central (que rompe toda simetría).
El edificio donde todos suben y bajan se construye alrededor de ese centro que es el patio de luces (que rompe toda simetría).
El cuadro de Escher no está pintado sobre un lienzo, sino sobre un toro.
La piel de toro escheriana |
En un toro se pueden trazar dos tipos de líneas de corte: irreducibles y reducibles:
(-) Línea irreducible: del deseo: cualquier línea que rodee el agujero central es irreducible a un punto.
Es como si se contagiara de las propiedades de ese agujero real.
Los hombrecillos-significantes que desfilan por la parte interior de la escalera, la más cercana al patio de luces, trazan un círculo irreducible a un punto.
(-) Línea reducible: de la demanda: cualquier línea trazada alrededor del alma del toro es reducible a un punto.
Los hombrecillos-significantes que desfilan por la parte exterior de la escalera, la más alejada del patio de luces, trazan un círculo reducible a un punto.
El interior del anillo del toro: línea b, del deseo, irreducible a un punto; línea a, de la demanda, reducible a un punto |
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