La Clínica psicoanalítica y sus avatares

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viernes, 26 de junio de 2020

La mostruosidad del deseo en Escher (XII)

La operación del nudo

 Cubos, cubos y más cubos... así como nudos, nudos y más nudos...

 Se ha destacado la importancia decisiva en el campo del psicoanálisis de la operación del nudo, cuyo efecto prínceps es el de producir un entre-lazamiento entre deseos (faltas) y goces (cuerpos) disímiles.

 La condición necesaria para que haya lazo social es precisamente la disimilitud, la asimetría, entre dichos deseos y goces.

 Una de las forma principales de producir un entrelazamiento es el tejido.

 Con respecto al complejo de Edipo es legítimo referirse a la inscripción de un sujeto en el tejido edípico; también al nudo conjunto que se constituye entre su deseo y el de sus progenitores.

 Sería su más triste destino, el del cubo de Necker, dejarlo solito, huérfano.

 Es mejor, más sano, para que no enferme de melancolía neckeriana, vincularlo, atarlo, sujetarlo, con otros cubos de Necker, en una red cúbica.

 Que pueda constituir con algunos otros cubos tan rematadamente cúbicos como él -masculinos y femeninos-, juntos pero no revueltos, una comunidad cúbica, un tejido cúbico.

El tapiz subjetivo, hilado con deseos heterogéneos y goces asimétricos, no-complementarios

 No hay que detenerse demasiado en la individualidad del cubo de Necker, sino, más bien, en su lazo social, en la potencialidad que tiene de constituir una comunidad parlante -"inter-cúbica"-, forjada con deseos heterogéneos y goces disímiles, no-complementarios.

 En este punto abordaremos el cubo de Necker no como una figura geométrica aislada, todo lo peculiar que se quiera, sino como un-cubo-hecho-de-cubos, un-cubo-entre-cubos, un-cubo-con-otros-cubos; en resumidas cuentas, un tejido trenzado con cubos neckerianos. 

Un tejido de cubos, juntitos y calentitos

 Solo es posible descifrar el enigma del cubo de Necker si se lo aborda como formando parte de un tejido, de un sistema solidario y conjunto, de una estructura sincrónica.

Una red neckeriana

 La obsesión de estas estructuras solidarias es el anudamiento, la conexión, anexión, relación, trenzado, lazo...

Un cubo de cubos

 El paradigma es el-cubo-de-cubos.

 El cubo de todos los cubos se incluye y no se incluye a sí mismo en su trama cúbica.

 Es como el catálogo de todos los catálogos que no se incluyen a sí mismos en su trama (argumento) catalogal (Paradoja de Russell).

 Todo esto es implanteable, informulable, si no se parte de la ex-sistencia de una trama cúbica o catalogal como matriz de toda operatoria.

 La paradoja de Russell es algo así: Georg Cantor y Gottlob Frege daban por supuesto que todo predicado define un conjunto.

 El predicado ser de oro define el conjunto de todas las cosas que son de oro.

 Russell descubrió que había un predicado particular que contradecía la teoría: no pertenecerse a sí mismo (Redacción BBC Mundo).

 En román paladino: algo de oro que no se incluye en el conjunto de todas las cosas que son de oro (¿no se tratará del goce que no tiene valor de cambio?).

 Uno de sus predicados -ser de oro- le da derecho a estar incluido; el otro -no pertenecerse a sí mismo-, le excluye.

 Es un caso flagrante y escandaloso de inclusión-exclusión.

 La conclusión es que no es oro todo lo que reluce.

 El caso del cubo de Necker es un claro ejemplo de un cubo que es un caso debido a que no se pertenece a sí mismo.

 La paradoja surge a partir de pensar algo que no se pertenece a sí mismo (vel del sujeto) como solo pudiendo estar o fuera o dentro (vel imaginario).

 Si está dentro debería estar fuera porque no se pertenece a sí mismo.

 Cuando está fuera, como el predicado que define la pertenencia al conjunto es no pertenecerse a sí mismo, debería estar dentro.

 Y así hasta el infinito.

 Se la puede llamar también la paradoja del exiliado: el que estando fuera desearía estar dentro.

 Aunque esto no es posible porque, si le pillasen dentro, le expedirían fuera.

La paradoja del exiliado

 Esto se resuelve considerando, por una parte, como axioma, que el cubo de Necker, en su condición de cubo socializado, no puede estar más que incluido en la trama, en el tejido cúbico.

 Por consiguiente, este dichoso y desdichado cubo, marcado por la predicación cúbica, se pertenecerá a sí mismo, no pudiendo comportarse de otra forma, al ser, independientemente de su condición neckeriana, un cubo de pleno derecho (igual que un catálogo, se pertenezca o no a sí mismo, no dejará de ser un catálogo bien catalogado).

 A la vez, el cubo de Necker, estando en-tramado (dentro de la trama), catalogado (dentro del catálogo), al no pertenecerse a sí mismo (el significante no se significa a sí mismo), no dejará de estar desgarrado (por su inclusión en el tejido), o descatalogado (por su inclusión en el catálogo).

 Por eso a este cubo de Necker, incluido-excluido, hay que afectarlo con un nada disimulado signo negativo: [C. d. N].

 Así se lo cataloga descatalogadamente como cubo incluido y excluido. 

  [±] CdN, el doble signo simultáneo de más y menos es la mejor forma de expresar la posición de este singular cubo en el tejido: situado dentro (catalogado) con un signo [] (descatalogado).

 La mejor metáfora del catalogo de todos los catálogos descatalogados (±), o a punto de estarlo (que es cuando verdaderamente empiezan a circular), sería la de un tejido-rejilla
 
Tejido-rejilla


  Este lecho o matriz reticular hace que todo objeto caído en sus redes quede inmediatamente sancionado, afectado, con ese doble signo inclusivo / exclusivo, conjuntivo / disyuntivo: [±].
 
Una trenza tejida con cubos

 Es la locura anudatoria.

El triángulo de Penrose construido con cubos neckerianos
                                                           
 "El triángulo de Penrose es un objeto imposible que fue creado en 1934 por el artista sueco Oscar Reutersvärd. Posteriormente fue redescubierto de forma independiente por el físico Roger Penrose, en la década de los 1950, quien lo hizo popular, describiéndolo como <<imposibilidad en su forma más pura>>.​ Aparece de forma destacada en las obras del artista M. C. Escher hasta el punto que fue parcialmente inspirado por sus primeras imágenes de objetos imposibles. El término puede referirse tanto al objeto imposible como a su representación bidimensional.

Este objeto imposible aparenta ser un objeto sólido, formado por tres tramos rectos de sección cuadrada, que se encuentran unidos formando ángulos rectos en los extremos del triángulo que conforman. Esta combinación de propiedades no puede ser satisfecha por ninguna figura tridimensional en un espacio euclídeo ordinario. En cambio, en ciertas 3-variedades sí que pueden existir." (Wikipedia; La enciclopedia libre).

 ¿Qué es lo que se repite en esta proliferación de cubos-celdillas?:

 La hendidura o losange.

La hendidura o losange (rombo) que articula el tejido de cubos neckerianos

También hay que tener en cuenta las turbulencias, torbellinos, remolinos... oséase, el goce, generado por los movimientos helicoidales, espiraliformes, neckerianos.

Efecto de turbulencia en forma de espiral generado por un movimiento helicoidal

 Un nudo borromeo es borromeo porque preserva la irreductibilidad de su agujero central.

 Lo borromeo es lo que es por su efecto de agujerear lo real, de producir un defecto, generador de una satisfacción; a partir de ahí, sin saber nada de sus cruces, trenzados, se puede deducir que su estructura es borromeana.

 Un borromeo es lo que dice ser gracias a sus playas, litorales, orillas... que se abren a una bahía o ensenada triskeliana.

La ensenada triskeliana

 Sin ensenada triskeliana no hay anudamiento de los borromeos.

 La bahía triskeliana -el vacío central del nudo- tiene una función constituyente.

 Las tres aristas del cubo de Necker, que se cortan en el punto-agujero, tienen una disposición borromeana.

 El enlace borromeano es un efecto de lo real en el que la dimensión espacio-temporal se losangea amorosamente con el agujero-triskeliano: espacioagujerotiempo.

El espacioagujerotiempo

 Este cubo circular (?) preserva el agujero-neckeriano.

 Es un queso en porciones elaborado alrededor de un agujero triangular.

 Sus aristas dibujan el borde único del cubo-agujero.

 Su aspa -[x]- es atravesada por una columna central; las tres líneas se solapan borromeanamente.

 A pesar de todo, para ser verdadera y sólidamente borromeano, le falta algo (¡Más madera!... simbólica).

 Uno no hace borromeo; dos, tampoco; se necesitan al-menos-tres; ese es el límite irrebasable, como para la Física la velocidad de la luz.

 Para que haya anudamiento, estructura borromeana, tiene que haber al-menos-tres.

 Cuento: uno, dos y tres... de tal manera que cada uno hace de tres (cardinal) para los otros dos.

 No basta con un nudo borromeo.

 Los nudos deberán formar un tejido.

 Para que la respuesta de lo real trace (escriba) el litoral (literal) de la ensenada triskeliana que rodea al objeto @ es necesario un conjunto de anillos entretejidos en forma de red.

Tejido borromeano

 Nos interesa el pasaje de una cadena de nudos a su complejización como tejido o trama; por ejemplo, un tejido urdido con cadenas-hilos borromeos.

 Un enlace borromeano de tres anillos tóricos forma una cadena-hilo.

 Esta cadena-hilo se despliega en la diacronía a partir de su secuencia ordinal: 1, 2, 3...

 Los anillos que pertenecen a la cadena-hilo no solo se enlazan secuencialmente, consecutivamente, sino de forma borromeana.

 Más allá de la diacronía, del despliegue de la cadena lineal, hay que hacer referencia a otro modo de dimensión temporal, la sincronía, que se sostiene en la materialidad del tejido.

 De forma impresionista se puede proporcionar una imagen sugerente de la relación sincrónica como el anudamiento conjunto de todos con todos, o de cada uno con el resto (la pregunta que apunta al resto -¿este modo de lazo social deja un resto?- es una cuestión decisiva).

 En el modo de conexión, anudamiento, sincrónico, los enlaces y vínculos se expanden en forma de red, de tela-araña (tejido).

Archipiélago: tejido insular

 En la figura donde se escrituran cinco anillos tóricos, si solo nos fijamos en el 1, 2 y 3, prescindiendo del 4 y el 5, lo que tenemos entre uno y otro es una cadena diacrónica.

 Si se añaden el 4 y el 5 se constituye un tejido, una red de nudos, caracterizada por su anudamiento simultáneo en los ejes horizontal (uno con otro) y vertical (uno con todos). 

 El 1, 2 y 3, más el 4, 5, no se circunscribe solo a la condición más simple de ser una cadena lineal -unidireccional-, sino que se desdobla, despliega, en la complejidad de un tejido borromeano multidireccional.

 El 2 se asocia en la diacronía con el 1 que le precede, y con el 3, que le sigue (relación secuencial, catenaria); y, en la sincronía, con el 4 y el 5.

 Este modo de anudamiento, en-tramado, entre-lazamiento, en red, dispone sus elementos (deseos o goces diversos) bajo el semblante de una constelación o archipiélago, constituyendo un tejido borromeano (imposible de desatar, quebrar, por su complejidad).

Una constelación sideralmente estrellada: tejido estelar

 La lógica del anudamiento es borromeana: al-menos-tres.

 Si se suelta uno se sueltan todos (ergo, uno se conecta con todos y todos con uno).

 Cada uno, en posición de tercero, en función de eksistencia, hace de uno (Otro) que entre-laza a los otros dos.

 Su materialidad es la del tejido, la red, el entramado de múltiples elementos.
 
Estructura molecular formada por un anillamiento borromeano

 En esta figura, alrededor del núcleo molecular, se produce un entrelazamiento complexamente borromeano -sincrónico- de una serie de cadenas hexagonales que rodean al agujero-triskeliano. 

El [a] se las agencia astutamente para actuar de agente

 Se trata del mismo lugar que, en el discurso del analista, permite localizar en su función de agente discursivo al objeto @.

Enlace borromeano con triángulos

 Las moléculas-hexagonales componen un tejido que se teje alrededor del triskel.

 Unos triángulos penroseanos, a condición de que estén agujereados, se pueden entre-lazar borromeanamente.

 Lo trascendental, aquí, en estos complejos e intrincados asuntos topológicos, que privilegian las posiciones recíprocas, es la lógica de los anudamientos, los lazos, las relaciones.

 A excepción de la sustancia del goce, la materialidad concreta de los elementos que constituyen el tejido -hexágonos, triángulos, cubos, etc.-, es algo secundario. 

 Es evidente que para que haya tejido -¡y relación borromeana!- debe haber al-menos-tres-elementos (este ritornello nos resulta ejemplar).

 Dos elementos pueden mantener una relación entre sí de lo más estrecha, aunque sea más testicular que textil (lo que se aproximan en semejanza, lo pierden en projimidad, intimidad y alteridad).

 La única Ley que hace honor a su nombre o es textil, borromeana, reticular y conjunta, o no lo es, derivando hacia la más pura y dura arbitrariedad.

La Ley reticular, textil, del tejido borromeano

 Es obvio que una tela de araña es un tejido; de hecho, las arañas -las aracnes- son las mejores tejedoras del mundo, las más diestras y siniestras constructoras (¡y conductoras!) de redes.

Red de nudos

 Esta red de extraños nudos retorcidos, como la tela de araña, salva el agujero-triskeliano.

 Sabemos por experiencia que lo que cuenta es la lógica del anudamiento, de la relación.

 Hay dos opciones: el dos -el nudo degradado que no sostiene el agujero-; o, al-menos-tres: el nudo dignificado, borromeano, que, por mucho que se lo deforme, estira o contraiga, como un chicle, preserva el agujero-triskeliano en su irreductibilidad, en su función de causa del deseo (objeto @).

 Aquí operamos con esa lógica flexible, elástica, del caucho.

 A diferencia del tejido borromeano -al-menos-tres-, que guarda, resguarda, la causa perdida triskeliana y el reducto inviolable del otro-goce, la cadena de uno o de dos -el nudo de trébol- provoca, a modo de conflagración, que todo el entramado edípico, legislativo, se volatilice, desaparezca, yéndose a tomar viento (a ver dónde se lo encuentra luego).

Diagramas, redes, grafos

 En esta especie de cubo diagramado, graficado, transformado gracias a sus vértices y aristas en una red prodigiosa de enlaces múltiples, el 4 está marcando el lugar inexpugnable, invencible, del punto-agujero, efecto de lo real del corte entre la Y (constituida por las aristas [4-7], [4-3] y [4-2]) y el eje central [1-4-7] que la atraviesa. 

Esto nos conduce a las matemáticas de redes o grafos que no es más que una lógica de los tejidos, de los mapas, basada en el lazo social, en la relación sexual que no hay (generadora de un goce singular y colectivizado: el plus de gozar).

 En este cubo, diagramado numéricamente, se observa una red, un grafo, una trama cúbica, formada por vértices y aristas, cuyo entrecruzamiento expresa la lógica de la relación que no hay.
Redes de cuadrados, hexágonos, triángulos, óvalos, etc.

Las redes, los grafos, pueden establecer conexiones asociativas entre significantes geométricos: cuadrados, triángulos, polígonos, óvalos, etc.

Toda red significante es asimétrica a causa del goce

 Al haber una matemática de las relaciones, existe la posibilidad de formalizarlas, de escribirlas en un grafo, dado que los puntos donde situamos los objetos de estudio (números, personas, empresas, etc.) se transforman en los vértices de una figura geométrica (simétrica o asimétrica), así como las líneas que señalan las relaciones se convierten en aristas.

Las figuras geométricas tienen su expresión, su formulación matemática.

Expresión matemática de los poliedros

 "La ciencia de redes es un campo académico que estudia redes complejas tales como redes de telecomunicaciones, redes informáticas, redes biológicas, redes semánticas y cognitivas, y redes sociales, considerando distintos elementos o actores representados por nodos (o vértices) y las conexiones entre los elementos o actores como enlaces (o aristas). El campo se basa en teorías y métodos que incluyen la teoría de grafos de las matemáticas, la mecánica estadística de la física, la minería de datos y la visualización de la información de ciencias de la computación, la estadística inferencial de la estadística y la estructura social de la sociología. El Consejo Nacional de Investigación de los Estados Unidos define la ciencia de redes como <<el estudio de las representaciones como red de fenómenos físicos, biológicos y sociales que conducen a modelos predictivos de estos fenómenos>>". (Wikipedia; La enciclopedia libre).

 El problema de la teoría de grafos, de redes y de mapas, es que, si la relación se puede formalizar, en cambio, la relación sexual no; es un real que se sustrae a cualquier formalización; así lo aborda Lacan con el "No hay relación...". 

 Esto no implica que no haya relación en absoluto, que los seres parlantes sean mónadas; si fuera así ya habría desaparecido la humanidad.

 Lo que no hay es La Relación, generalizable, universalizable, de una vez y para siempre.

 No existe La Relación, El Grafo o El Mapa.

 Lo que existe -¡si tiene la suerte de existir!-, lo hace como una mujer, vez por vez, caso por caso.

 La Relación, que no existe como Universal, que carece de garantías, hay que ponerla a prueba cada vez, en cada uno de los encuentros.

 Remacho la acosa: la figura, normalmente asimétrica, del grafo, la red o el mapa, es necesario reconstruirla (en el sentido de recorrerla, atravesarla, perderse en sus caminos) vez por vez, para cada uno de los casos.

 Aquí, desgraciadamente, o gracias a Dios, la experiencia necesaria no se superpone con la necesaria experiencia, siempre marcada por la contingencia.

 Solo existe la experiencia o la inexperiencia actual (de acto).

 No hay ningún saber a-priori que pueda actuar como garantía, salvaguarda, impidiendo que alguien, cualquiera, gracias a lo mucho que sabe, a su contrastada y aquilatada experiencia (oro de muchos quilates), no vaya a pisar un charco, a zambullirse una vez más en el mismo río heracliteano, ese que es el mismo y otro: "En los mismos ríos entramos y no entramos, (pues) somos y no somos (los mismos)". 

 Puesto en lenguaje lógico-psicoanalítico: solo existe La relación, El grafo, El mapa, tachado, notodo [¬∀x Φx].

El mapa del metro

 Hay un mapa, pero, cuando el sujeto recorre el grafo, hay que trazarlo (inventarlo) caso por caso, golpe a golpe, redescubriendo la gráfica de su recorrido.

 La estructura es universal; el mapa del metro es para todos.

 Se trata de la estructura universal del lenguaje, del para todos (∀x Φx), que se sostiene en la excepción: [ x ¬ Φx].

 Pero, el recorrido, las marcas, las huellas, el modo de goce de ese sujeto, dibuja, en esa estructura universal, un trayecto singular, sinthomático, portador de su firma.

miércoles, 17 de junio de 2020

La monstruosidad del deseo en Escher (XI)


  Necker y Escher, codo con codo, en un imposible de lo más inverosímil



El Belvedere inhabitado

 La trama cúbica

 Retornamos al cubo de Necker y sus avatares, después de habernos tomado unos buenos churroporras.

 Caemos en la cuenta de que, al que tomábamos por tonto, idiota, el gran Quasimodo, el más bruto entre los brutos, la encarnación de lo más monstruoso del deseo -entre otras cosas, porque es un monstruo-, no lo es tanto.

 De hecho, está encerrado porque sabe más de la cuenta.

 Ahí está, entre rejas, para que no nombre la bicha, para que no se vaya de la lengua y diga lo que sabe y lo que no sabe.

 Quasimodito es un personaje molesto, y, para que no espante a los clientes, se le hace pasar por loco, demente, de tal forma que no cante la verdad ("cantar la gallina"), la verdadera verdad, esa de la que nadie quiere saber nada, nothing de nothing.

 Ya se sabe que los únicos que dicen la verdad son los niños y los locos (incluiría también a los poetas y a los cómicos).

 También los borrachos, ya que, como dice el proverbio latino, "In vino veritas" (en el vino está la verdad); que no significa que los borrachos digan la verdad, sino, que, cualquier cosa -véase el alcohol-, que suelta o desata la lengua permite desatar (liberar) la verdad; lo que suele llevar fácilmente a un delito de desacato ("irreverencia hacia una cosa sagrada o falta de respeto hacia un superior") flagrante hacia la autoridad competente.

 ¿Qué es lo que sabe Quasimodito?

 Que todos los incautos que están en el belvedere viendo la bella vista, y, todos aquellos que se encaminan por sus diferente escaleras -fijas y de tijera-, una vez dentro, serán exprimidos por la hélice belvederiana, saliendo de la churrera en forma de churros sabrosamente espiralizados.

 Solo hay que fijarse en la sonrisa sardónica del mozo de escalera que anticipa en su rictus el destino de ese pobre personaje que sube pesadamente la escalera.

 Todos deberán pasar por la exprimidora, con su hélice, que los revestirá a más no tardar con un elegante traje de picadillo de churro, adornado con todo tipo de bellas espirales.

 Por eso hay ahora una escalera de mano; tiempo ha hubo una escalera fija, de obra, que quedó triturada, machacada, por el movimiento de esa hélice sin piedad cuyas dos palas son el primer y el segundo piso del belvedere (compartiendo el mismo destino que las columnas-espagueti).

 Ese movimiento en espiral provocado por el deslizamiento rotatorio de los dos pisos desencadena todo tipo de turbulencias, torbellinos y remolinos, que van a mandar al garete, a freír espárragos, a esos pintorescos personajes que solo sueñan con una pintoresca vista, que no saben que el infierno está bajo sus pies, llegando hasta el extremo de ignorar que sus ancas, lomos traseros, se sostienen sobre el Averno, el horco, el abismo.

 Para que no quepan dudas, el Averno, aquello que nos sostiene, y, a la vez, nos hace perder pie, caer, es un agujero; tanto los griegos como los romanos localizaban el Averno en un cráter cerca de Cumas, que era la entrada al inframundo.
 
Lago del Averno – ZONA LIBRE RADIO 1
El lago del Averno, en Nápoles
                           
 El cubo o tubo de Necker, esa  sutil trituradora, máquina de churros, dispensadora de una bella vista, pero, fuente, a la vez, de todos los trampantojos, puede tener diferentes lecturas.

 No es simplemente que nos engañe la vista de distintos modos, sino que hay varias interpretaciones (la sobredeterminación freudiana).

 Por eso es mejor leer o interpretar el cubo de Necker no tanto como una figura geométrica aislada, sino como un tejido cuya trama está compuesta por múltiples elementos geométricos anudados (tejidos) entre sí.

El cubo en su estatuto de tejido

 En la figura superior se puede leer: cubo de Necker.

 Pero no es un cubo de lectura única.

 Nuestro deseo, que es muy sagaz, nos permite ver otras cosas.

 Podemos ver dos pirámides invertidas unidas por sus vértices.

 Si me apuran, soy capaz de leer esto tan lógico: dos losanges, rombos, unidos por uno de sus vértices.

 Se puede leer, sin llegar a creérselo del todo, que son las dos palas con forma de pajarita de una hélice.

 Se puede leer como si fuese un tejido (no es necesario para ello irse al Ejido) que resulta (de lo más resultón) del anudamiento de una serie de triángulos de diferentes tipos.

 No es imposible leerlo, aunque sea un caso claro de cuasiverosimilitud, como tres líneas que se cortan entre sí, dos en aspa, y una línea vertical que atraviesa a las dos anteriores, que se cruzan en un punto hasta cierto punto esencial.

 Las propiedades del cubo de Necker están ligadas a su punto central, el lugar donde se cortan, puntual, efímera y evanescentemente, tres aristas.

 En la geometría proyectiva una recta al infinito es equivalente a una circunferencia.

 Por lo tanto, tres rectas al infinito se transforman en tres circunferencias tóricas.

 El anudamiento entre tres rectas tóricas puede ser borromeano.

 Yo, humildemente -si es necesario, hasta me arrodillo-, leo que, desde esa lectura lineal o trilineal del tejido neckeriano, se ha producido un anudamiento borromeano entre tres toros.

 ¿Cómo lo puedo saber?

El nunca suficientemente ponderado y alabado nudo borromeano

 ¿Por qué sabemos que ese aspa, esa [x], biseccionada por una línea vertical, se enlaza borromeanamente?

 Esas tres líneas que se entrecruzan, cortan, intersectan, las podemos tomar, siguiendo su topología, como tres cuerdas que juntan sus extremos en el infinito.

 Según como se establezcan los cruces entre estas tres cuerdas, su trenzado, siguiendo una serie de alternativas "por abajo / por arriba", se constituirá o no una estructura borromeana que queda definida por esta propiedad tan impropia: "si se corta cualquiera de las cuerdas se sueltan todas".

 Se podría hacer un experimento que nos conduzca a algo nunca experimentado; algo así como un experimentum mens ("mens sana in corpore sano").

 Encima de nuestra mesa de experimentación tenemos, casi a mano o a trasmano, un cubo de Necker.

 Cogemos unas tijeras, nos metemos en faena, entramos a matar sin miedo; cortamos una cualquiera de las tres cuerdas y vemos qué es lo que pasa con las dos restantes (el que sean tres es algo decisivo).

 El caso es que no hay caso, o que nuestro caso se ha convertido en un casus bellis; o, para el caso, en ese caso límite que no es el del caso perdido, sino el mucho más interesante caso de la causa perdida.

 Aunque tengamos preparado el instrumental, las tijeras a mano, dispuestos a operar, nos falta el objeto sobre el que perpetrar el corte.

 Resulta que el cubo de Necker es un objeto imposible, sin ningún espécimen en la realidad; solo se puede dibujar en un plano, trazando los cruces imposibles como si fueran reales (y, esto, es un truco de lo más tramposo o trampantojo)

 Para nuestra decepción, ese método de averiguación de si, ahí, en el centro del cubo de Necker, actúa una estructura borromeana, no es factible (más bien, es imposible, nada llevadero).

 Es necesario echarle imaginación al asunto; a este en concreto, que es inimaginable, inverosímil, cargado de absurdidad (de hecho, se basa en la lógica del absurdo, que no es lo ilógico, sino lo pato-lógico o dis-lógico).

La trenza borromeana

 Cualquier trocito, fragmento infinitesimal, de una estructura borromeana, al formar parte de un organismo, de un sistema -como la hoja con respecto a la totalidad de la planta-, guarda, preserva, conserva, observa, las propiedades fundamentales del anudamiento borromeano entre los tres hilos.

 Por eso, podemos fijarnos en el triskel central.

El triskel de un anudamiento borromeano (con su puntito)

 Ahí, en el triskel, la disposición arriba / abajo de los cruces se preserva; de la misma forma, al cortar cualquiera de esas tres líneas se sueltan las otras dos.

 Esto quiere decir que en sus cruces se mantienen sólidamente unidas, solidarias, sin intersectarse uno a uno ningún hilo con otro.

 La fórmula es dos a uno, siendo el tercero el que los anuda por ek-sistir a los otros dos (no por su fuerza, atributos o cualidades, sino por su posición tercera) .

No es intersección ni abrazo, sino solidaridad borromeana; no "todos a una", sino "dos referidos a uno"

 La solidaridad borromeana preserva ese lugar central del triskel, ese agujero virtual donde se localiza el objeto @.

El cubo de Necker y el triángulo de Penrose

 El esquema del triskel, con sus tres líneas, tiene una disposición homóloga al aspa del cubo de Necker, que es atravesada por una tercera línea.

 Esto permite concluir que, en el cubo de Necker, también se puede localizar un triskel compuesto por tres aristas que delimitan una hendidura.

 La marca de la hendidura neckeriana es un punto resultado del entrecruzamiento de tres aristas.

 A este punto se le puede denominar el punto-agujero del cubo de Necker.

 Como lo de punto-agujero parece una contradicción porque o es un punto o es un agujero, es mejor hablar de punto-agujereado.

 Concretamente, el punto es una marca-significante perforada por el goce.

 Una vez que el significante ha sido perforado ya no se puede hablar de significante, sino de letra; o, mejor dicho, de marca-gozosa (litter).

 Porque, es evidente que el goce, más que agujerearnos, nos trastorna, altera, causa un verdadero destrozo, un auténtico lío (mess), que desordena la vida, la pone patas arriba.

 Por eso, a ese punto-agujereado del cubo de Necker, proyectado sobre un plano, delimitado por el corte de tres líneas, lo vamos a denominar la letra-gozosa.

 Corresponde al triskel central del lazo borromeano, donde se entrecruzan sus tres anillos tóricos, al que se añade el objeto @.

 El nudo borromeano es mejor interpretarlo como un tejido que como un nudo.

 Se puede abordar como un tejido de nudos, de toros, que se vinculan de forma borromeana por traslape, superposición arriba /abajo, cruces por vecindad, sin intersección o atravesamiento; en una relación de tres -[2 + 1]-, de tal forma que el tercero anuda, vincula, a los otros dos: si se corta cualquiera de ellos, se sueltan los otros dos.

 El nudo borromeano se puede despiezar en sus diferentes elementos a partir de sus distintas lecturas e interpretarlo como un tejido de triskeliones.

 Se puede localizar uno central, ahí donde está el objeto @, el objeto del goce; tres alrededor de este primer triskel, y, otros tres, por así decirlo, en la periferia.

Tapiz borromeano de triskeles

 Esta figura representa un auténtico tapiz, entramado, tejido, de triskeles.

 El nudo borromeano se puede abordar desde esta lectura.

Tejido borromeano de triskeles proyectado sobre una esfera

 Si, el primero, es un tejido de triskeliones sobre un plano, este otro es un tejido esférico.

 Del mismo modo que el entrelazamiento, el traslape de los triskeliones, puede generar un tapiz o una esfera, también puede producir un lazo borromeano.

 Un tejido de triskeles es un entramado de agujeros, como la red intrincada de las celdillas de un panal.

El tejido de un panal

 Esta es la imagen de un panal, con su rica miel, bajo la forma de un denso tejido de celdillas hexagonales, es decir, mutatis mutandis, de agujeros de borde hexagonal.

 Esto mismo se puede aplicar a un tejido de nudos borromeos.

Un tejido de nudos borromeos

 En todo esto la función decisiva es el anudamiento, el entre-lazamiento.

 Se trata de una operación del nudo, del lazo.

La operación del nudo, del lazo

 De igual forma es interesante referirse a un tejido formado por el entrelazamiento de cubos de Necker; incluso a un cubo de Necker formado por cubos de Necker.

 Esto lo planteamos como interrogante.

lunes, 15 de junio de 2020

La monstruosidad del deseo en Escher (X)


Obras de Escher representadas en Lego (Abadía digital)

 El Belvedere que está hecho unos zorros o unos churros

 Nos fijamos en el hombre y la mujer que, incomunicados en sus respectivos miradores del belvedere -el primero y el segundo-, están condenados a no encontrarse por nunca jamás (por muy buena voluntad e intenciones que tengan). 

 No hay que perder de vista que, ya que estamos en un belvedere, en un mirador, si la mujer mira hacia un lado (hacia Bilbao), y, el hombre, hacia otro (hacia Almería), no solo sus miradas nunca se cruzarán, sino, que, esto mismo es la prueba fehaciente de que están causados por objetos diferentes.

 Esto habla de algo estructural, del modo en que la fémina y el varón se inscriben en la estructura de acuerdo a sus respectivas posiciones sexuadas, al hecho de que no comparten el mismo goce, no gozan de la misma manera, sus goces son inconmensurables.

 Lógicas de sexuación diferentes implica goces inconmensurables, sin proporción, sin una medida común; el del hombre es todofálico; el femenino, notodo fálico.

 Esta desproporción de los goces debido a la falta de proporción entre el goce hembra y macho, abre una hiancia, una distancia insalvable -zenoniana- entre el hombre y la mujer, cuya medida -¡desmedida!, ¡sin medida!- se enuncia: "La relación sexual es imposible".

 Entre la mujer del y el vecino del es obvio que "no hay relación sexual" ("rapport": "proporción" o "relato").

 Se trata de un real, el del goce femenino, causado por la forclusión del significante de La Mujer.

 Todo esto nos indica, como se puede apreciar en el cuadro de Escher, que, entre el primer y el segundo piso del belvedere, existe una hendidura, un agujero mortal, una solución de continuidad irreparable, una herida abierta, imposible de suturar.

 En su posición en el belvedere, el caballero y la dama, mantienen entre sí un ángulo de 90º.

 La diferencia entre un eje de sexuación y uno de coordenadas es que, en el primero, entre la coordenada del hombre y de la mujer, entre la vertical y la horizontal -x e y-, no se encuentra un punto de origen común.

Las coordenadas cartesianas comparten un punto de origen

 En las coordenadas donde se inscribe el goce masculino y el femenino no se puede encontrar un origen compartido o complementario.

 Ese punto de fusión, de condensación, entre los goces, siempre añorado, está forcluido.

 La cuestión no es que, en el punto de origen de las coordenadas sexuales, haya un agujero.

 Con tiempo y buenos alimentos, cualquier agujero, incluido el del sexo, se puede cegar, suturando sus bordes ("coser los labios").

 Ese punto de origen, compartido, entre el goce macho y el goce hembra, que no está, que falta, no en el sentido de la represión (verdrängung), sino en el de la forclusión (verwerfüng), es un punto-letra que carece de una inscripción en lo simbólico, en el inconsciente (urverdrängung).

 Es el punto-letra de la relación sexual, en el sentido de la lógica, como rapport sexual (proporción y relación).

 No hay rapport sexuelle entre la jouissance masculina y femenina.

  No es una cuestión de acople entre los cuerpos, entre diferentes destinos anatómicos, sino entre goces hablados, disímiles, condenados al malentendido.

Al no haber medida común, el goce del otro, del partenaire sexual, no puede menos que ser malentendido

  Si [a] es la horizontal y [b] la vertical, [c], la inclinada, la que estaría entre [a] y [b], en el lugar de la Relación, estaría forcluida: "No hay relación sexual".


Entre la vertical y la horizontal no hay mediación posible; la "inclinada", en su función de tercero, está forcluida

 Hay una imagen estática del belvedere.

 También hay una interpretación dinámica de esa imagen estática.

 La interpretación dinámica consiste en que los dos pisos del belvedere no están quietos (ni aquietados), en reposo, sino que sufren un movimiento de rotación.

 Su giro rotacional se produce alrededor de un eje vertical.

 Este eje está representado por la posición de la escalera de mano.

 Esta escalera, que nadie sabe por qué está ahí, es el motivo perfecto que permite situar ese eje vertical -central-, de rotación, en torno al cual giran, dan vueltas, los dos pisos-mirador.

 Nos encontramos, para dar una imagen perceptible, con una construcción singular parecida al "Faro de Moncloa" de Madrid, que también es un belvedere giratorio.

El belvedere de Moncloa 

 El Belvedere de Escher es, como el "Faro de Moncloa", un auténtico mirador, pero, en vez de un solo piso circular y circulante, tiene dos.

 Además, el problema es que el primer y el segundo piso del belvedere de Escher no comparten el mismo eje vertical; sus ejes de rotación son diferentes (corresponden a las dos formas de representación, simétricas, del cubo de Escher).

 Esto es lo que se representa en esa imagen dinámica del belvedere en la que la rotación de cada uno de los pisos alrededor de su eje vertical da lugar a dos movimientos circulares con un sentido diferente.

La rotación del belvedere

 La dinámica del belvedere en movimiento se puede representar por dos círculos que se intersectan.

Los dos pisos del belvedere, con su movimiento de giro inverso, se intersectan en su lúnula central

 Imaginemos, si no es mucho imaginar, que el círculo blanco corresponde al primer piso, y, el gris, al segundo piso del belvedere.

 Estos dos círculos, al igual que los dos cubos de Necker (uno que es dos), guardan entre sí una relación de simetría, debido a que sus ejes verticales son paralelos.

 El giro en un sentido opuesto de los dos círculos genera una lúnula de intersección entre ellos.

 Esa intersección euleriana de los dos círculos corresponde a la zona central del cubo de Necker, situada entre los dos puntos-críticos, en la que se localiza su hendidura constituyente .

 Lo que es difícil de captar en el cubo de Necker, a causa de la oscilación entre sus dos imágenes simétricas, es la existencia de esta hendidura o incisión subjetiva.

 Una vez que se ha construido en la realidad el cubo de Necker, forzando, como si fuesen reales, los cruces imposibles entre aristas, aparece, en su centro, la falta constituyente ().

La hendidura constituyente, losangiana, del cubo de Necker

 En la figura que representa los dos círculos eulerianos -el gris y el blanco-, y su intersección, se pone de manifiesto el modo de rotación simultáneo de los dos pisos-miradores belvederianos.

 La escalera de mano del belvedere es un objeto paradójico: su extremo superior descansa sobre el exterior de la fachada, y, en cambio, su pie, la parte inferior, permanece apoyada en el interior del mirador.

De tal forma, que, si alguien sube o baja por esa escalera mágica, se desplazará del interior al exterior, y, a la inversa, sin haber atravesado ningún umbral o frontera, ninguna línea que establezca una separación entre adentroafuera.

 En esta estructura, de carácter moebiano, que se repite en todas las columnas del primer piso, en las que basa y capitel están en una relación de disyunción con respecto al par adentro / afuera (por ej., si la basa es exterior, el capitel es interior), ha desaparecido todo rastro de límite fronterizo (imaginario), solo se puede hablar de un exterior-interior y un interior-exterior.
 
B, con respecto a A, o está adentro -incluido-, o está afuera -excluido-


 La torsión del fuste de la columna escheriana es signo de que no existe un disyunción exclusiva -un <<o>>- entre interior y exterior, sino una continuidad conjuntiva -un <<y>>-.

 Esto no se puede representar, solo escribir: interiorexteriorinteriorexterior...  

 El Belvedere de Escher está construido sobre la continuidad moebiana afuera / adentro.

El Belvedere de Escher-Möbius

 Este es uno de los motivos que explican que el mirador de Escher no tenga puertas ni ventanas (umbrales fronteras), que, el interior, esté totalmente abierto hacia el exterior, y, a su vez, el exterior penetre hasta el fondo último del interior.  

Escalera y columna moebianas, exteriores-interiores

 Esa escalera de tijera, objeto tan o más imposible como el cubo, es testimonio, signo, de la palmaria (in) existencia (¡hasta llegar a palmarla!) del losange central, la lúnula donde se intersectan los círculos superior e inferior del belvedere (conocidos, en su casa a la hora de comer, como primer y segundo piso).

 Esa escalera amovible es una especie de eje, cordón, varilla o alambre, que, en función de testigo, guía o marca, atraviesa, perfora, horada, en su centro más éxtimo, el losange del belvedere neckeriano.

 Es indiscutible que la escalera móvil está situada en el espacio-entre el piso inferior y el superior del mirador.

 Lo que se gesta entre los dos círculos o faros belvederianos, en la lúnula de intersección, es la hiancia del sujeto.

Desde la lúnula del belvedere se puede ver la luna del sujeto

 La rotación de los círculos superior e inferior del belvedere, en torno a dos ejes verticales, paralelos, se produce en sentido opuesto: uno de los círculos gira en sentido horario (anterógrado), y, el otro, en sentido antihorario (retrógrado); como un carrusel de caballitos que, en un momento dado, gira hacia delante (avanza), y, poco después, hacia atrás (retrocede).

El carrusel de caballitos en su cabalgada horaria y antihoraria

 La hendidura del sujeto, por su condición éxtima (central y exterior), solo se capta en su imposibilidad a partir de la inmersión del cubo de Necker en la realidad, desde esa extraña y aberrante maqueta del belvedere que porta Galileito en sus manos.

El cubo real y su hiancia éxtima

 Esa hendidura éxtima, espacio vacío de intersección, alrededor del cual giran en sentido inverso el platillo superior e inferior del belvedere, es el sujeto dividido ($), el lugar de la mirada en el cuadro.

 Ahí, en el belvedere, somos mirada, bella vista.

 El sujeto de la mirada ($) es ese plano extendido en el suelo donde está dibujado un cubo de Necker con sus dos puntos-significante, los dos cruces imposibles que enmarcan la hiancia que, como espectadores del cuadro, nos abole, divide.

 En el cubo de Necker, si se presta atención a esos dos puntos-críticos, se ve que, en realidad, no son puntos sino agujeros; de hecho, se podrían denominar, utilizando un término topológico, puntos-agujero.

 En el cross-cap, el doble corte en forma de ocho interior alrededor del punto-agujero o punto fálico, produce una banda de Möbius -que representa al sujeto ($)-, y un disco bilátero que se desprende, cae, de la superficie, constituyéndose como objeto @.

El corte del fantasma en el cross-cap

 Una de las manos de Galileito, muy demostrativamente y desconsideradamente, se introduce en la hendidura del sujeto ($); haciendo un trabalenguas es como que el sujeto sujeta el cubo desde la hiancia del sujeto ($).

La dinámica rotacional del belvedere

 Hay una dinámica rotacional y rotatoria de ese gran cubo de Necker que es el belvedere, en la que sus dos pisos giran en sentido inverso, torsionando y retorciendo sus columnas como si las exprimieran las aspas de una turmix (alguien comparó esas columnas belvederianas a un conjunto de espaguetis).

Las aspas del belvedere que convierten las columnas en espaguetis

 La torsión de las columnas del belvedere se efectúa en la lúnula de intersección, gozne, bisagra, punto de origen del eje de coordenadas, alrededor de la cual dan vueltas, con una fuerza igual e inversa, las dos circunferencias-faro


El giro de los dos pisos del belvedere

 Los dos pisos del belvedere, el de abajo y el de arriba, igual que los platillos de una batería, o unos discos chinos, giran en sentido inverso con la misma fuerza.

Los discos chinos del belvedere

 Este movimiento de rotación en sentido inverso provoca una retorsión, torcimiento, esguince, desviación, dobladura, de las columnas del belvedere (las aristas torcidas y torsionadas del cubo de Necker).

La batería acústica del belvedere

 Esta operación de plegadura, de hélice, torsiona las columnas del belvedere como auténticas barras de regaliz.

Torsión de una barra de regaliz

 El efecto barra de regaliz o de churro resulta de aplicar a los dos extremos de un cilindro que gira sobre un eje vertical una fuerza de igual magnitud y sentido inverso.

Efecto barra de regaliz, churro o espagueti, ejercido, sobre las columnas del belvedere

 Si una de estas dos fuerzas supera en intensidad a la otra se formará una espiral.

 A esta espiral la podemos llamar espiral de Necker.

 La proyección de una espiral sobre un plano da lugar a un curioso churro retorcido que contornea un agujero.

Proyección de una espiral sobre un plano

 La espiral, a la vez que rodea el agujero, se extiende en longitud, adquiriendo la forma de un cable retorcido.

Cableado de una espiral. ¿Para conectarse?

 El belvedere es como la hélice de un motor que, en su movimiento continuo, produce un flujo turbulento, en espiral.

Movimiento de la hélice de un avión que produce un flujo de aire en espiral

 Una espiral se genera por el movimiento de una hélice.

 Un movimiento helicoidal describe una espiral alrededor de un centro.

Una espiral generada por un movimiento helicoidal asciende por una columna del belvedere

 Hay que detenerse en el efecto caótico que producen este tipo de movimientos helicoidales y espirales.

 Un movimiento helicoidal, como el de la hélice de un avión, desencadena un flujo de aire en espiral, que lo rodea como una guirnalda, dando lugar a turbulencias (que pueden afectar a la estabilidad del aeroplano).

Movimiento helicoidal

 Con la figura de una hélice de dos palas se intenta dar cuenta del movimiento relativo de los dos pisos del belvedere.

 El belvedere es una especie de gigantesca hélice con dos pisos-palas, que, en su rotación, genera esas columnas en espiral, enroscadas.

 El belvedere se puede analizar también como un gran agujero, una carcasa vacía, que alberga en su interior-exterior al sujeto tachado, dividido por el significante ($).

 Las columnas del belvedere se configuran como una serie de churros deformados, en espiral, por el torbellino que ha desencadenado el movimiento helicoidal de sus dos pisos-aspas. 

    Una espiral de ricos churros, calentitos y todo

 Esa pila de churros espirales, tan suculenta, se organiza en torno a un óvalo, losange o triskel, que, en su función de semblante de una hendidura, se convierte en un surtidor de torbellinos y turbulencias. 

 El churrero, gracias al movimiento helicoidal de las aspas de su churrera, fabrica una tira de churros en espiral.

El giro de la hélice del churrero produce churros en espiral

 De la espiral, lo que más nos interesa es su agujero, así como las turbulencias, torbellinos y remolinos, que se generan alrededor suyo.

Un torbellino en espiral alrededor de un agujero aspirante-impelente

 Esto es un torbellino, con su espiral, su hélice.

 El cubo de Necker es un conjunto de aristas-churros, deformadas en espiral por una misteriosa hélice, que delimitan un agujero (el losange neckeriano).

La hélice que está en el origen del movimiento en espiral

 Arriba se puede observar una hélice en la que cada una de sus palas o aspas es una espiral.

El triskel y sus tres espirales

 Galileito no está reformando ni deformando el cubo de Necker.

 Está en la sala de máquinas del belvedere intentando poner en marcha las aspas del ventilador neckeriano.

Quiere descubrir el secreto del movimiento helico-espiral del belvedere.

El cubo de Necker, fuente de todo tipo de turbulencias

  Cada uno de los visitantes del belvedere quiere desviar la mirada de ese torbellino que les amenaza desde su más loca y mortífera extimidad.

Una espiral formada por infinitas espirales

 Si no captamos el cubo de Necker en su dinámica, el hecho de que se construye tomando como su centro un agujero dotado de un movimiento oscilatorio (de balancín), no entenderemos nada.

Dos niños jugando balancín en el parque - Descargar Vectores ...
El movimiento en balancín neckeriano
                                       
  El Belvedere es una genuina churrera-óptica que se dedica a producir churrovistas-espirales en serie.

 Riquísimos churrovistas, los mejores, para mojar en el chocolate de todas nuestras desdichas y desidias.

¡Al rico churrovista!

 Una máquina de hacer churrovistas es un aparato óptico con lentes helicoidales, que actúa sobre la  masa excesivamente blanda de nuestro imaginario, creando todo tipo de exquisitos espejismos-espirales.

Máquina helicoidal para hacer suculentos churrosvistas-espirales

Entonces, volvamos al cubo de Necker, después de habernos tomado unos buenos churrovistas.