La Clínica psicoanalítica y sus avatares

El esquema óptico de Lacan; un florero muy floreado

El esquema óptico de Lacan; un florero muy floreado    Si nos detenemos en el esquema óptico de Lacan, tomándolo como exponente de la estruc...

lunes, 15 de junio de 2020

La monstruosidad del deseo en Escher (X)


Obras de Escher representadas en Lego (Abadía digital)

 El Belvedere que está hecho unos zorros o unos churros

 Nos fijamos en el hombre y la mujer que, incomunicados en sus respectivos miradores del belvedere -el primero y el segundo-, están condenados a no encontrarse por nunca jamás (por muy buena voluntad e intenciones que tengan). 

 No hay que perder de vista que, ya que estamos en un belvedere, en un mirador, si la mujer mira hacia un lado (hacia Bilbao), y, el hombre, hacia otro (hacia Almería), no solo sus miradas nunca se cruzarán, sino, que, esto mismo es la prueba fehaciente de que están causados por objetos diferentes.

 Esto habla de algo estructural, del modo en que la fémina y el varón se inscriben en la estructura de acuerdo a sus respectivas posiciones sexuadas, al hecho de que no comparten el mismo goce, no gozan de la misma manera, sus goces son inconmensurables.

 Lógicas de sexuación diferentes implica goces inconmensurables, sin proporción, sin una medida común; el del hombre es todofálico; el femenino, notodo fálico.

 Esta desproporción de los goces debido a la falta de proporción entre el goce hembra y macho, abre una hiancia, una distancia insalvable -zenoniana- entre el hombre y la mujer, cuya medida -¡desmedida!, ¡sin medida!- se enuncia: "La relación sexual es imposible".

 Entre la mujer del y el vecino del es obvio que "no hay relación sexual" ("rapport": "proporción" o "relato").

 Se trata de un real, el del goce femenino, causado por la forclusión del significante de La Mujer.

 Todo esto nos indica, como se puede apreciar en el cuadro de Escher, que, entre el primer y el segundo piso del belvedere, existe una hendidura, un agujero mortal, una solución de continuidad irreparable, una herida abierta, imposible de suturar.

 En su posición en el belvedere, el caballero y la dama, mantienen entre sí un ángulo de 90º.

 La diferencia entre un eje de sexuación y uno de coordenadas es que, en el primero, entre la coordenada del hombre y de la mujer, entre la vertical y la horizontal -x e y-, no se encuentra un punto de origen común.

Las coordenadas cartesianas comparten un punto de origen

 En las coordenadas donde se inscribe el goce masculino y el femenino no se puede encontrar un origen compartido o complementario.

 Ese punto de fusión, de condensación, entre los goces, siempre añorado, está forcluido.

 La cuestión no es que, en el punto de origen de las coordenadas sexuales, haya un agujero.

 Con tiempo y buenos alimentos, cualquier agujero, incluido el del sexo, se puede cegar, suturando sus bordes ("coser los labios").

 Ese punto de origen, compartido, entre el goce macho y el goce hembra, que no está, que falta, no en el sentido de la represión (verdrängung), sino en el de la forclusión (verwerfüng), es un punto-letra que carece de una inscripción en lo simbólico, en el inconsciente (urverdrängung).

 Es el punto-letra de la relación sexual, en el sentido de la lógica, como rapport sexual (proporción y relación).

 No hay rapport sexuelle entre la jouissance masculina y femenina.

  No es una cuestión de acople entre los cuerpos, entre diferentes destinos anatómicos, sino entre goces hablados, disímiles, condenados al malentendido.

Al no haber medida común, el goce del otro, del partenaire sexual, no puede menos que ser malentendido

  Si [a] es la horizontal y [b] la vertical, [c], la inclinada, la que estaría entre [a] y [b], en el lugar de la Relación, estaría forcluida: "No hay relación sexual".


Entre la vertical y la horizontal no hay mediación posible; la "inclinada", en su función de tercero, está forcluida

 Hay una imagen estática del belvedere.

 También hay una interpretación dinámica de esa imagen estática.

 La interpretación dinámica consiste en que los dos pisos del belvedere no están quietos (ni aquietados), en reposo, sino que sufren un movimiento de rotación.

 Su giro rotacional se produce alrededor de un eje vertical.

 Este eje está representado por la posición de la escalera de mano.

 Esta escalera, que nadie sabe por qué está ahí, es el motivo perfecto que permite situar ese eje vertical -central-, de rotación, en torno al cual giran, dan vueltas, los dos pisos-mirador.

 Nos encontramos, para dar una imagen perceptible, con una construcción singular parecida al "Faro de Moncloa" de Madrid, que también es un belvedere giratorio.

El belvedere de Moncloa 

 El Belvedere de Escher es, como el "Faro de Moncloa", un auténtico mirador, pero, en vez de un solo piso circular y circulante, tiene dos.

 Además, el problema es que el primer y el segundo piso del belvedere de Escher no comparten el mismo eje vertical; sus ejes de rotación son diferentes (corresponden a las dos formas de representación, simétricas, del cubo de Escher).

 Esto es lo que se representa en esa imagen dinámica del belvedere en la que la rotación de cada uno de los pisos alrededor de su eje vertical da lugar a dos movimientos circulares con un sentido diferente.

La rotación del belvedere

 La dinámica del belvedere en movimiento se puede representar por dos círculos que se intersectan.

Los dos pisos del belvedere, con su movimiento de giro inverso, se intersectan en su lúnula central

 Imaginemos, si no es mucho imaginar, que el círculo blanco corresponde al primer piso, y, el gris, al segundo piso del belvedere.

 Estos dos círculos, al igual que los dos cubos de Necker (uno que es dos), guardan entre sí una relación de simetría, debido a que sus ejes verticales son paralelos.

 El giro en un sentido opuesto de los dos círculos genera una lúnula de intersección entre ellos.

 Esa intersección euleriana de los dos círculos corresponde a la zona central del cubo de Necker, situada entre los dos puntos-críticos, en la que se localiza su hendidura constituyente .

 Lo que es difícil de captar en el cubo de Necker, a causa de la oscilación entre sus dos imágenes simétricas, es la existencia de esta hendidura o incisión subjetiva.

 Una vez que se ha construido en la realidad el cubo de Necker, forzando, como si fuesen reales, los cruces imposibles entre aristas, aparece, en su centro, la falta constituyente ().

La hendidura constituyente, losangiana, del cubo de Necker

 En la figura que representa los dos círculos eulerianos -el gris y el blanco-, y su intersección, se pone de manifiesto el modo de rotación simultáneo de los dos pisos-miradores belvederianos.

 La escalera de mano del belvedere es un objeto paradójico: su extremo superior descansa sobre el exterior de la fachada, y, en cambio, su pie, la parte inferior, permanece apoyada en el interior del mirador.

De tal forma, que, si alguien sube o baja por esa escalera mágica, se desplazará del interior al exterior, y, a la inversa, sin haber atravesado ningún umbral o frontera, ninguna línea que establezca una separación entre adentroafuera.

 En esta estructura, de carácter moebiano, que se repite en todas las columnas del primer piso, en las que basa y capitel están en una relación de disyunción con respecto al par adentro / afuera (por ej., si la basa es exterior, el capitel es interior), ha desaparecido todo rastro de límite fronterizo (imaginario), solo se puede hablar de un exterior-interior y un interior-exterior.
 
B, con respecto a A, o está adentro -incluido-, o está afuera -excluido-


 La torsión del fuste de la columna escheriana es signo de que no existe un disyunción exclusiva -un <<o>>- entre interior y exterior, sino una continuidad conjuntiva -un <<y>>-.

 Esto no se puede representar, solo escribir: interiorexteriorinteriorexterior...  

 El Belvedere de Escher está construido sobre la continuidad moebiana afuera / adentro.

El Belvedere de Escher-Möbius

 Este es uno de los motivos que explican que el mirador de Escher no tenga puertas ni ventanas (umbrales fronteras), que, el interior, esté totalmente abierto hacia el exterior, y, a su vez, el exterior penetre hasta el fondo último del interior.  

Escalera y columna moebianas, exteriores-interiores

 Esa escalera de tijera, objeto tan o más imposible como el cubo, es testimonio, signo, de la palmaria (in) existencia (¡hasta llegar a palmarla!) del losange central, la lúnula donde se intersectan los círculos superior e inferior del belvedere (conocidos, en su casa a la hora de comer, como primer y segundo piso).

 Esa escalera amovible es una especie de eje, cordón, varilla o alambre, que, en función de testigo, guía o marca, atraviesa, perfora, horada, en su centro más éxtimo, el losange del belvedere neckeriano.

 Es indiscutible que la escalera móvil está situada en el espacio-entre el piso inferior y el superior del mirador.

 Lo que se gesta entre los dos círculos o faros belvederianos, en la lúnula de intersección, es la hiancia del sujeto.

Desde la lúnula del belvedere se puede ver la luna del sujeto

 La rotación de los círculos superior e inferior del belvedere, en torno a dos ejes verticales, paralelos, se produce en sentido opuesto: uno de los círculos gira en sentido horario (anterógrado), y, el otro, en sentido antihorario (retrógrado); como un carrusel de caballitos que, en un momento dado, gira hacia delante (avanza), y, poco después, hacia atrás (retrocede).

El carrusel de caballitos en su cabalgada horaria y antihoraria

 La hendidura del sujeto, por su condición éxtima (central y exterior), solo se capta en su imposibilidad a partir de la inmersión del cubo de Necker en la realidad, desde esa extraña y aberrante maqueta del belvedere que porta Galileito en sus manos.

El cubo real y su hiancia éxtima

 Esa hendidura éxtima, espacio vacío de intersección, alrededor del cual giran en sentido inverso el platillo superior e inferior del belvedere, es el sujeto dividido ($), el lugar de la mirada en el cuadro.

 Ahí, en el belvedere, somos mirada, bella vista.

 El sujeto de la mirada ($) es ese plano extendido en el suelo donde está dibujado un cubo de Necker con sus dos puntos-significante, los dos cruces imposibles que enmarcan la hiancia que, como espectadores del cuadro, nos abole, divide.

 En el cubo de Necker, si se presta atención a esos dos puntos-críticos, se ve que, en realidad, no son puntos sino agujeros; de hecho, se podrían denominar, utilizando un término topológico, puntos-agujero.

 En el cross-cap, el doble corte en forma de ocho interior alrededor del punto-agujero o punto fálico, produce una banda de Möbius -que representa al sujeto ($)-, y un disco bilátero que se desprende, cae, de la superficie, constituyéndose como objeto @.

El corte del fantasma en el cross-cap

 Una de las manos de Galileito, muy demostrativamente y desconsideradamente, se introduce en la hendidura del sujeto ($); haciendo un trabalenguas es como que el sujeto sujeta el cubo desde la hiancia del sujeto ($).

La dinámica rotacional del belvedere

 Hay una dinámica rotacional y rotatoria de ese gran cubo de Necker que es el belvedere, en la que sus dos pisos giran en sentido inverso, torsionando y retorciendo sus columnas como si las exprimieran las aspas de una turmix (alguien comparó esas columnas belvederianas a un conjunto de espaguetis).

Las aspas del belvedere que convierten las columnas en espaguetis

 La torsión de las columnas del belvedere se efectúa en la lúnula de intersección, gozne, bisagra, punto de origen del eje de coordenadas, alrededor de la cual dan vueltas, con una fuerza igual e inversa, las dos circunferencias-faro


El giro de los dos pisos del belvedere

 Los dos pisos del belvedere, el de abajo y el de arriba, igual que los platillos de una batería, o unos discos chinos, giran en sentido inverso con la misma fuerza.

Los discos chinos del belvedere

 Este movimiento de rotación en sentido inverso provoca una retorsión, torcimiento, esguince, desviación, dobladura, de las columnas del belvedere (las aristas torcidas y torsionadas del cubo de Necker).

La batería acústica del belvedere

 Esta operación de plegadura, de hélice, torsiona las columnas del belvedere como auténticas barras de regaliz.

Torsión de una barra de regaliz

 El efecto barra de regaliz o de churro resulta de aplicar a los dos extremos de un cilindro que gira sobre un eje vertical una fuerza de igual magnitud y sentido inverso.

Efecto barra de regaliz, churro o espagueti, ejercido, sobre las columnas del belvedere

 Si una de estas dos fuerzas supera en intensidad a la otra se formará una espiral.

 A esta espiral la podemos llamar espiral de Necker.

 La proyección de una espiral sobre un plano da lugar a un curioso churro retorcido que contornea un agujero.

Proyección de una espiral sobre un plano

 La espiral, a la vez que rodea el agujero, se extiende en longitud, adquiriendo la forma de un cable retorcido.

Cableado de una espiral. ¿Para conectarse?

 El belvedere es como la hélice de un motor que, en su movimiento continuo, produce un flujo turbulento, en espiral.

Movimiento de la hélice de un avión que produce un flujo de aire en espiral

 Una espiral se genera por el movimiento de una hélice.

 Un movimiento helicoidal describe una espiral alrededor de un centro.

Una espiral generada por un movimiento helicoidal asciende por una columna del belvedere

 Hay que detenerse en el efecto caótico que producen este tipo de movimientos helicoidales y espirales.

 Un movimiento helicoidal, como el de la hélice de un avión, desencadena un flujo de aire en espiral, que lo rodea como una guirnalda, dando lugar a turbulencias (que pueden afectar a la estabilidad del aeroplano).

Movimiento helicoidal

 Con la figura de una hélice de dos palas se intenta dar cuenta del movimiento relativo de los dos pisos del belvedere.

 El belvedere es una especie de gigantesca hélice con dos pisos-palas, que, en su rotación, genera esas columnas en espiral, enroscadas.

 El belvedere se puede analizar también como un gran agujero, una carcasa vacía, que alberga en su interior-exterior al sujeto tachado, dividido por el significante ($).

 Las columnas del belvedere se configuran como una serie de churros deformados, en espiral, por el torbellino que ha desencadenado el movimiento helicoidal de sus dos pisos-aspas. 

    Una espiral de ricos churros, calentitos y todo

 Esa pila de churros espirales, tan suculenta, se organiza en torno a un óvalo, losange o triskel, que, en su función de semblante de una hendidura, se convierte en un surtidor de torbellinos y turbulencias. 

 El churrero, gracias al movimiento helicoidal de las aspas de su churrera, fabrica una tira de churros en espiral.

El giro de la hélice del churrero produce churros en espiral

 De la espiral, lo que más nos interesa es su agujero, así como las turbulencias, torbellinos y remolinos, que se generan alrededor suyo.

Un torbellino en espiral alrededor de un agujero aspirante-impelente

 Esto es un torbellino, con su espiral, su hélice.

 El cubo de Necker es un conjunto de aristas-churros, deformadas en espiral por una misteriosa hélice, que delimitan un agujero (el losange neckeriano).

La hélice que está en el origen del movimiento en espiral

 Arriba se puede observar una hélice en la que cada una de sus palas o aspas es una espiral.

El triskel y sus tres espirales

 Galileito no está reformando ni deformando el cubo de Necker.

 Está en la sala de máquinas del belvedere intentando poner en marcha las aspas del ventilador neckeriano.

Quiere descubrir el secreto del movimiento helico-espiral del belvedere.

El cubo de Necker, fuente de todo tipo de turbulencias

  Cada uno de los visitantes del belvedere quiere desviar la mirada de ese torbellino que les amenaza desde su más loca y mortífera extimidad.

Una espiral formada por infinitas espirales

 Si no captamos el cubo de Necker en su dinámica, el hecho de que se construye tomando como su centro un agujero dotado de un movimiento oscilatorio (de balancín), no entenderemos nada.

Dos niños jugando balancín en el parque - Descargar Vectores ...
El movimiento en balancín neckeriano
                                       
  El Belvedere es una genuina churrera-óptica que se dedica a producir churrovistas-espirales en serie.

 Riquísimos churrovistas, los mejores, para mojar en el chocolate de todas nuestras desdichas y desidias.

¡Al rico churrovista!

 Una máquina de hacer churrovistas es un aparato óptico con lentes helicoidales, que actúa sobre la  masa excesivamente blanda de nuestro imaginario, creando todo tipo de exquisitos espejismos-espirales.

Máquina helicoidal para hacer suculentos churrosvistas-espirales

Entonces, volvamos al cubo de Necker, después de habernos tomado unos buenos churrovistas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario