La Clínica psicoanalítica y sus avatares

El esquema óptico de Lacan; un florero muy floreado

El esquema óptico de Lacan; un florero muy floreado    Si nos detenemos en el esquema óptico de Lacan, tomándolo como exponente de la estruc...

martes, 24 de mayo de 2016

Puntuaciones psicoanalíticas "Sobre la psicogénesis de un caso de homosexualidad femenina"

Una perspectiva sobre la homosexualidad femenina

 I) Freud frente a una demanda que no quiere nada

 Este trabajo de Freud fue publicado en marzo de 1920, con el título de "Sobre la psicogénesis de un caso de homosexualidad femenina" (Obras Completas; Vol. XVIII; Ed. Amorrortu; Bs. As., 1984.)

 El caso tiene dos protagonistas estelares y un actor secundario. (Dos mujeres y un tercero, un padre que se pone muy nervioso.)

 La primera persona de esta aventura vienesa es la mujer a la que podemos llamar el sujeto del caso, conocida y reconocida para la posteridad como la joven homosexual.

 Joven, porque cuando Freud la analiza tiene dieciocho años.

 Se llama Sidonie Csillag.

 Este es un nombre ficticio, un seudónimo, un heterónimo.



Margarethe Csonka, baronesa von Trautenegg: para los psicoanalistas recalcitrantes, "la joven homosexual"

 Pero ella es una mujer real, de carne y hueso, con su historia, sus deseos, sus preguntas, sus extravíos, sus locuras.

 Y el amor que siente por La Dama es una auténtica locura, una piedra de escándalo.


 Léonie von Puttkamer: La Dama, la Madame

 Por lo menos, para su padre, que la quiere reconducir por el buen camino, por el camino de la normalidad.

 Ni frío ni caliente, más bien tibio, le dice el padre.

 Y es que el padre es un hombre más bien tibio, que, si le sacan de sus negocios -de los negocios de todos, en los que, con un poco de buena voluntad, poniendo cada uno algo de su parte, todo es negociable, todo tiene arreglo-, se pierde.

 El padre no quiere que su hija se pierda; sobre todo, no quiere que se convierta en una perdida.

 Y resulta que su hija, en vez de enamorarse de un hombre como debe ser, hecho y derecho, al que no se le pueda poner ningún pero (más o menos como es él), se enamora de una perdida, de una cocotte, de una cortesana, la así llamada, para más señas, Leonie Von Puttkamer (perteneciente a una de las familias de más abolengo de la aristocracia prusiana.)

 Esta mujer, por su vida disoluta, por su lascivia extremada, viciosa, por la dedicación intensiva al monocultivo del más allá del principio del placer, no se la pueden poner más que peros.

 Entonces, las ondas gravitacionales del caso provocan el choque no entre dos agujeros negros, sino entre el ideal paterno (que toma el relevo del ideal materno) -La mujer: esposa y madre, cuya otra versión es La mujer: madre y puta>>- y una mujer con peros, en la terminología de Lacan, una mujer no-toda.

 II) La joven homosexual, La Dama, el padre y la pera

 Se puede hacer un chiste: una mujer con peros es una mujer que no es la pera.

 Curiosamente, la frase "es la pera", que significa ser el colmo, algo extraordinario, nada tiene que ver con la fruta del peral.

 Se llamó pera antiguamente a la renta vitalicia, al destino o puesto asegurado, a la posición aventajada que permite pasar por digno.

 Por eso se llamó pollo pera al joven de futuro resuelto.

 Pera equivale metafóricamente a caudal o cantidad de dinero.

 Hacerse una pera es lo mismo que masturbarse.

 Ser la pera, en el sentido de ser el no va más, se puede decir también como ser la polla.

 Ser la pera, la repera, la pera limonera, significa ser lo máximo (http://www.1de3.es/2009/10/29/ser-la-pera.)

 Ergo, después de este excursus etimológico, podemos concluir que una mujer con peros es una mujer que no es la pera, que no es el no va más, en el sentido de extra-ordinaria o extra-ordinal; también se puede decir, con perdón, que no es la polla.

 Dicho en lenguaje no-grosero, se trata de una mujer que no es toda-fálica o que es notoda fálica; una mujer que propone y se propone un goce que va más allá del falo: el goce femenino.

 Leonie Von Puttkamer, en esta perspectiva del goce femenino, además de calculadora, interesada (que cobra sus prestaciones con intereses), es una Santa Teresa laica, pagana, atea.


Santa Teresa de Jesús: la flecha en el cuerpo, la pluma en la mano

 Busca en ese demi-monde degradado un goce divino, que la conduzca por la vía más rápida al infierno.

 Es una Santa cocotte que persigue la santidad, la salvación, la redención... ¡en el goce!

 Por eso, Sidonie Scillag, la eleva a los altares... ¡del goce!

 La diviniza en tanto diosa... ¡del goce!

 La idealiza en tanto idea, significante... ¡del goce!

 No nombrarás el nombre del Dios del goce en vano.

 Lo apurarás hasta el final, en cantidades ingentes, sin mesura, sin recato, sin escatimar en nada, hasta que la muerte nos una.

 Fragmentos del breviario de Santa Leonie Von Puttkamer.


Sidonie Scillag, adoradora de Santa Leonie del Goce

 Podemos rastrear en esta historia de las dos mujeres toda una dimensión de la idéa, en su significado de aspecto, apariencia, forma; o de eidos, que remite a vista o visión.

 Por ejemplo, en el primer encuentro entre Sidi y Leo: "Cuando ve venir hacia ella a la delgada, alta y elegante figura de su fascinación, siente un estremecimiento interior..."

 También en esta impresión idéica de Sidonie con respecto a su objeto amoroso sobre-estimado: "Pero, principalmente, son los ojos los que no la dejan en paz: son claros, casi duros, y pueden mirarlo a uno con tanta profundidad".

Y, por fin, el no va más: "(...) Devorar a Leonie con los ojos y oír su bella voz. Eso es el mundo para Sidonie".

 Sidonie adora a Leonie porque ésta, en su conducta promiscua, en su joy-seeking, al profanar el ideal, santifica el goce.

 El problema es que esta oscilación pendular entre profanación-santificación atrapa a las dos mujeres en un círculo maníaco-depresivo, erotomaníaco, masoquista, en el que ambas rebotan continuamente entre Madre (Amor) / No-Madre (Goce) = Puta, conduciéndolas a una degradación general de la vida amorosa, que elude la particularidad del deseo, que implica el atravesamiento de la castración y la behajung de la falta.

 Para escapar de este círculo vicioso o virtuoso es necesaria la intervención inter-dictiva de la función paterna.

 Veremos cómo el padre de Sidonie, en la famosa escena del puente sobre el ferrocarril, interviene desde la idéa, con un acto idéico, que valoriza la visión -la mirada furiosa del padre-, y des-valoriza el acto discursivo, significante, propio y específico de la función paterna.


La joven homosexual en el esquema lambda

 El problema que se plantea en este caso es si Leonie Von Puttkamer es la pera o no es la pera para Sidonie Csillag.

 Que es lo mismo que decir si es la po... o no es la po...; dicho en terminología psicoanalítica, si es o no es el falo.

 Evidentemente, para Sidonie, Leonie, es la pera; está fascinada por ella, la adora, sigue sus pasos como un perro en celo, en una relación de fidelidad absoluta.

 Freud habla de un amor de tipo masculino; Lacan, de un amor cortés (por eso Leonie es La Dama), platónico.

 Leonie, para Sidonie, no es una persona, es la encarnación del Ideal, de la Verdad, del Amor.

 Por eso es un objeto sobre-estimado que absorbe toda la libido narcisista.

 Hay que fijarse en la diferencia con el caso Dora.

 Según Lacan, la Sra. K., es la pregunta de Dora: ¿Qué es una mujer? 


La Sra. K.: la pregunta de Dora: ¿qué es una mujer?

 Ante la Sra. K., su objeto de deseo, Dora está dividida, es decir, causada.

 En cambio, Leonie von Puttkamer es la respuesta de Sidonie.

 Por eso, la ama con pasión.

 Es la encarnación de La Mujer excepcional, no-tachada.

 Todas las tachas de Leonie, su condición de mujer del demimonde, no hacen más que reforzar su in-tachabilidad, su Unicidad absoluta, su excepcionalidad. (Sidonie confiesa que nunca había conocido ninguna mujer semejante a ella: es La Mujer-Toda o Toda- La Mujer.)


Ernst Ludwig Kirchner

 Por eso, la intervención del padre, su mirada cargada de furor y de ira, solo demuestra su impotencia, su insignificancia, ante la Verdad de un Amor (con A mayúscula) que denuncia la hipocresía del mundo, sus mentiras, mezquindades, sus pequeños intereses-pera, pollo(a)-pera.

 Se trata de intereses a largo plazo, de una rentabilidad asegurada, con garantía de devolución.

 Debido a esto, los padres la llevan a Freud.

 Quieren que se reconvierta a la moneda circulante, a la divisa oficial, al patrón-oro (a los ideales de todos, compartidos.)

 Quieren que sea Madre y mujer (sobre todo, madre), en casa y con la pata quebrada. (El título viene de un refrán esclarecedor: "La mujer casada y honesta, con la pata quebrada y en casa".)

 Freud no entra en ese juego, en la demanda engañosa de los padres, considera que no se puede hacer un análisis por encargo, como se hace una casa.

 Pero, en un momento dado, retrocede ante el deseo e interrumpe, con un pasaje al acto, el análisis.



Freud, observador de la vida social


 Freud es conocedor de la hipocresía social, y, como analista, no se somete a la tiranía de los ideales y a la política de los bienes.

 Dicho en román paladino, no la quiere normalizar.

 En consecuencia, la deja hablar, la pide que asocie libremente.

 Y Sidonie lo acepta.

 Dejar que circule la palabra es como dejar escapar al gato de la gatera; una vez que se siente libre, ya es imposible domesticarlo, hacer que vuelva al redil, encarrilarlo por el buen camino.


La asociación libre abre la puerta de la gatera por la que se escapa el gato

 Freud se asusta ante las consecuencias -¡inevitables!- de su acto de analista.

 Consecuencias que le sobrepasan, de las que no es ni Amo ni dueño

 En ese momento, da un paso atrás, y, en vez de confiarse al discurso del psicoanalista, al objeto @ (la repera o la pera limonera), como agente del discurso (y lugarteniente del goce), se hace fuerte en el discurso del amo, para no ser engañado por esta mujer decepcionada y decepcionante.


El discurso del analista: la pregunta por la causa en el lugar del agente

 ¿Es posible establecer una relación sesual (sin la x) con una mujer, dado que la relación sexual no existe, que la x de la relación se perdió en el principio de todos los principios, sin ser engañado, sin ser profundamente decepcionado. (No por la mujer, sino por la condición.)?

 Hablaremos de estas dos mujeres tan simpáticas, de su pobre padre y del bueno de Freud, que no deja de meterse en líos.

 ¡Una cosa se me olvidaba! Cuando el padre no quiere saber nada (y esta frase es textual) de los peros de Sidonie, ella intenta suicidarse, hace un pasaje al acto, cayendo como sujeto, desasistida de todo soporte simbólico.

 Esto es un aviso a navegantes.

La pera limonera o la repera de un análisis















No hay comentarios:

Publicar un comentario