Se abordará, a continuación, el estatuto del nombre propio, que, en nuestra concepción, la del psicoanálisis, consideramos que es inseparable de su firma, su rúbrica, del trazo o rasgo de escritura que, al inscribirlo, lo constituye como marca del goce.
Es evidente que el nombre propio, cuando es verbalizado, empleado en la comunicación inter-humana, se utiliza como una contraseña, cuya función es llamar a un sujeto :"¿Está aquí Juan? Soy yo".
El propio sujeto se presentará, se hará presente, a través de ese signo de identidad -individual y social-, que permite su reconocimiento por el Otro: "Me llamo Juan".
El nombre propio, reducido a su función de reconocimiento, es un significante que no tiene ninguna significación (aunque la tenga), que no se traduce en ninguna lengua.
Por lo tanto, es un significante que no forma cadena.
Es un S1 que no se articula con un S2.
Es un significante impar, sin par.
Juan, el significante que establece la identidad de Juan, es Juan en todas las lenguas: "How are you Juan?".
Juan no es John ni Hans, que son nombres propios distintos.
Juan, en una tautología característica, redundante, propia del nombre propio, se llama Juan;
Juan es y a la vez no es Juan.
Juan, el nombre propio, es un caso excepcional de un significante que, carente de cualquier significación, se significa a sí mismo.
II) El nombre propio y su rúbrica
Esta excepcionalidad del significante-del-nombre-propio es lo que le permite sostener la excepcionalidad (la singularidad) de aquel que es marcado, señalado, signado, por su nombre propio (el suyo y el de nadie más.)
Si el nombre propio no es un significante que remite a otro significante, sino un signo, su función solo se puede ser la de signar, marcar, el ser-propio, o lo más propio (a la vez impropio) del ser.
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El signo linguístico |
Por este motivo, al nombre propio lo consideramos más como un signo que como un significante.
Es en su carácter de marca, de caracter, de tipo, de trazo de escritura, que el nombre propio sostiene, en su excepcionalidad, a un sujeto-excepcional (fuera de la cadena del significante), que porta ese rasgo inconfundible al que llamamos rúbrica.
La rúbrica, desde una posición de excepción, de exclusión, le otorga al sujeto un sentimiento de pertenencia.
Al mismo tiempo que a un sujeto su nombre propio, su firma, su rúbrica, le aparta de todos, no deja de distinguirle de todos, de excluirle del todo, al otorgarle un lugar de excepción, singular, de diferencia absoluta, que le constituye como un uno que podrá vincularse con otros unos.
El nombre propio, desde nuestro punto de vista, es impensable fuera del acto de escribir su rúbrica, que acompaña, bajo la forma de un trazo literal, a su firma, a su signatura.
La hipótesis es que el valor del nombre propio depende de ese garabato, de esa marca que signa el goce del cuerpo.
La rúbrica, tomada en su sentido literal, hace malentendido con litoral, que, en la topología borromeana, se refiere al lugar donde se intercambian, fluyendo y refluyendo, la marea de los goces: del sentido (I-S); fálico (S-R); Otro (R-I):
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Los goces, en plural |
Un recorrido, a vuelo de pájaro, en cuatro pasos, alrededor del nudo entre sujeto, nombre propio, rúbrica, cuerpo y goce:
(I) [$ ◊ nombre propio-------->> cuerpo ------------>> goce---------->> @ ---------->>
(II) [$ ◊ nombre propio ------>> trazo de escritura ------->> rúbrica ------->> cuerpo]
(III) [nombre propio como firma -------->> rúbrica del goce en el cuerpo]
(IV) [nombre propio ------->> trazo literal ------->> marca del goce en el cuerpo]
Firmar es escribir el nombre propio, con el plus, el aderezo, el pegote, el borrón, de la rúbrica, del garabato.
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Muestrario de rúbricas de Salvador Dalí |
¿Qué es un nombre propio? ¿Cuál es su función?
La propia firma del nombre propio oculta el acto de signatura.
Firma
Acto signatura
Lo escrito vela el acto de escritura.
Lo escrito
Acto escritura
De la misma forma, el efecto puede velar la causa, al igual que lo instituido a lo instituyente.
El saber oculta la verdad que ha actuado como causa de ese saber, y que falta al saber.
Existe una división entre saber y verdad: el saber no agota toda la verdad; una mitad de la verdad se sustrae al saber.
El saber
La verdad
La cuestión del nombre propio y de su firma, su escritura, se suele abordar desde lo útil; desde el uso práctico, legal, de la firma, como medio de autentificar al sujeto en lo social (como si se tratase de un juramento.)
¿No captamos aquí que lo que está en juego es la inscripción de la marca singular de un sujeto?
El sujeto que firma, que rubrica, que garabatea su marca en el papel, es ese y nada más que ese.
A la vez, es Otro.
A lo que hay que añadir un plus-de-goce, que es la sal y la pimienta de todo este asunto.
El nombre propio con el que uno firma se puede cotejar con su matriz, con el nombre original, el que está inscrito en el registro civil, en la partida de nacimiento.
Lo que no es cotejable en ningún registro burocrático, archivo o legajo, es el deseo que llevó a los padres a poner ese nombre propio y no otro.
El deseo del Otro sólo es cotejable en el registro del inconsciente, en los libros que lleva el sujeto.
El problema es que el nombre propio, tomado como significante, no es un significante como los otros.
El significante-del-Nombre-Propio pertenecería a esa categoría de los significantes insignes, sin par, al lado de significantes tan eminentes como el del Nombre-del-Padre o el Falo.
Estos significantes-marca o nudo no se sostienen en una relación de oposición con el resto de los significantes.
Su función es la de ser algo así como la marca de la estructura.
Ergo: la marca del deseo.
Por eso son significantes odd, en el sentido de impares, singulares.
El Nombre-propio tiene función de signo.
No es un significante que remite a otro (s) significante (s), sino al goce.
De aquí proviene su carácter de rasgo o trazo literal, que se plasma en la rúbrica que acompaña al nombre.
La función de la rúbrica es marcar -¡rubricar!- el goce del cuerpo.
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Un garabato es una rúbrica; una rúbrica es un garabato; ambos son marcas del goce |
La función del nombre propio, más que de significantización de la falta, es de nominación del goce.
El nombre propio, como su propio nombre indica, es uno de los nombres-del-goce.
El nombre propio es un significante que no tiene ningún significado.
Y, aunque se pudiera atribuir uno, lo ha perdido por mor de su función superior de nominación.
Si alguien se llama Pedro de la Llanura, nadie pretenderá encontrar ahí el significado de una piedra en la llanura.
La función del significante del nombre propio no es la de significar nada, sino la de establecer y autentificar el ser simbólico y real del sujeto.
Uno puede decir: Pedro es Pedro. Esto no es una tautología. La identidad de Pedro, del primer Pedro de la frase, su ser de Pedro, se establece, se re-a-firma, gracias al nombre propio: Pedro (la dura piedra, su condición pétrea, su ser significante.)
Sin nombre propio uno no podría ser llamado, reconocido, no tendría ninguna identidad, no existiría para los otros.
Esto sería algo del orden de la forclusión, por lo tanto, de la psicosis.
Lo que nos da el ser es el significante.
Este es el matema del signo linguístico:
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El signo lingüístico para el psicoanálisis |
Se lee así: significante sobre significado.
El nombre propio no es un significante cuya función sea la de significación; no se constituye como un signo linguístico.
El nombre propio remite al ser del sujeto que lo porta.
O, más bien, ¿al sujeto que es portado, en su destino único, por el nombre propio?
Al hablar del ser del sujeto en su anudamiento con el nombre propio no se hace referencia al ser espiritual en su oposición al ser material, sino a lo que podría denominarse su ser de goce, su ser carnal (que, a la vez, es un no-ser, que es algo que se suele olvidar.):
nombre propio
ser de goce
Si el nombre propio no significa nada, debido a lo cual no se traduce en ninguna lengua (ni en la propia), no puede servir como una partícula gramatical, como un medio linguístico, para señalar en la frase el lugar del sujeto (un tipo de shiffter o de conmutador lingüístico.)
El nombre propio no es un pro-nombre personal.
La pista para poder situar la dimensión del nombre propio es el hecho de su no traducción en todas las lenguas.
Esto implica que ocupa un lugar aparte, de excepción, imposible de ser asimilado, metabolizado por la lengua.
Manifiesta una resistencia estructural, propia, a ser capturado, incluido en el circuito de los significantes, en el molino de las significaciones.
En este sentido, en su condición de cuerpo extraño, de significante caído de la lengua, que se sustrae a su aprehensión, puede afirmarse que la ditmensión del nombre propio es del orden de lo real.
El nombre propio, en su ditmensión real, es un imposible de ser prendido, cogido (como se dice "coger el bajo de un pantalón"), por la articulación simbólica de la lengua.
Es una especie de nudo irreductible en el tejido de la lengua.
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El nombre propio: el nudo real en un tejido simbólico |
Tanto es así, que su filiación, su progenitura, se puede adscribir a ese elemento que nadie sabe lo que es, al que llamamos, por su función de obstáculo, de traviesa que se atraviesa: el falo real.
El nombre propio es un falo real o lo más real del falo: lo-que-se-atraviesa en cualquier relación.
El nombre propio escapa al abrazo de los cuerpos.
Requiere de un abordaje particular: no es sin palabras.
Si el nombre propio no pertenece a la lengua, si le es ajeno, extraño, extranjero, solo puede ser porque pertenece a lalengua (lalangue); es decir, no habla "La lengua de las mariposas" (título de una conocida película), sino lalengua del goce (o de los goces.)
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"La lengua de las mariposas" |
Lalengua es la lengua que se habla, o, mejor dicho, que se escribe, en el litoral o literal donde se intercambian los goces.
Efectivamente, podría tratarse con toda propiedad de lalengua que hablan las mariposas.
No es una lengua humana, es una lengua animal, es el parloteo, la cháchara, fuera del sentido, comandada por el goce, por la búsqueda de satisfacción.
Es evidente que lalengua de las mariposas no está hecha o construida solo con significantes.
Esta, lalengua, si se la puede localizar en algún lugar, además de en la lalengua del infans, solo podrá serlo en los dibujos y en los trazos que decoran las alas de las mariposas, en sus colores y arabescos.
Es lalengua del trazo literal y del color desbordante.
III) El Hombre de los Lobos y lalengua de las mariposas
En el caso del Hombre de los Lobos se encuentra este anudamiento que estamos planteando entre la constitución del nombre propio y su escritura (su firma, su rúbrica.)
Además, como por casualidad, interviene una bella mariposa, que, como no puede ser menos, habla el lenguaje de estos insectos voladores.
Este lenguaje particular, al que hemos llamado la lalengua, se escribe sincrónicamente, con todos y cada uno de sus trazos literales, sobre la superficie topológica de sus bellas alas.
Es en ese litoral en el que deberemos leer, descifrar, lalengua de las mariposas, para así poder saber cómo goza una mariposa (o una mujer.)
Por eso, cuando veamos una mariposa, como buenos lepidopterologistas (especialistas en lepidópteros), nos deberemos fijar detenidamente, ayudándonos con una lupa, en los dibujos jeroglíficos, misteriosos, impresos en las alas de esos pequeños lepidópteros (a ver qué nos dicen.)
Vayamos a la mariposa del Hombre de los Lobos, esa que se transcribe, traduce, es leída, en un síntoma fóbico, en su espacio literario, en el litoral de sus alas desplegadas.
¿Cuál es la historia, relatada por Freud, de la fobia del Hombre de los Lobos a la mariposa?
Esta fobia aparece descrita en el apartado VIII del caso del Hombre de los Lobos, que se titula Complementos de la época primordial y solución (S. Freud; "De la historia de una neurosis infantil (caso del Hombre de los lobos)"; 1917-19; Tomo XVII; Amorrortu Editores.)
Dice Freud:
"Sucede en muchos análisis que al acercarnos a su término (...) el sujeto lanza con acento indiferente una observación aparentemente nimia a la que luego agrega algo que despierta ya la atención del médico hasta hacerle reconocer en aquel insignificante fragmento de recuerdo la clave de los enigmas más importantes integrados en la neurosis del enfermo.".
Uno de estos insignificantes fragmentos de recuerdo es el episodio de la fobia a la mariposa:
"En los comienzos del análisis había relatado mi paciente un recuerdo procedente de la época en que sus accesos de cólera terminaban en crisis de angustia (hacia los cuatro años.) Dicho recuerdo era el de haber perseguido un día a una mariposa de grandes alas con rayas amarillas y terminadas en unos salientes puntiagudos, hasta que, de repente, al verla posada en una flor, le había invadido un miedo terrible a aquel animalito y había huido de él llorando y gritando.".
Probablemente, el paciente se está refiriendo a un tipo de mariposa llamada macaón.
Veamos una imagen de esta mariposa.
Tratemos de leer, en la escritura de sus alas, en sus trazos literales, el origen de la angustia que le invade al Hombre de los Lobos.
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Mariposa macaón, causa de la angustia del Hombre de los lobos |
Dice Freud que "Este recuerdo volvió a surgir repetidamente en el análisis, demandando una explicación que en mucho tiempo no obtuvo.".
Es el propio paciente, o, mejor dicho, su saber inconsciente (no sabido), el que proporciona, como caído del cielo, una interpretación. (Es evidente que Freud no estaba apurado por dar sentido a las producciones inconscientes del sujeto.):
"(...) El paciente explicó un día que en su idioma la palabra mariposa -babuschka- quería decir también <<madrecita>>, y que, en general, había visto siempre en las mariposas mujeres y muchachas y en los insectos y las orugas muchachos. Así, pues, en aquella escena de miedo debía de haber despertado el recuerdo de una mujer.".
Por lo tanto, a través de un deslizamiento significante, metonímico, la babuschka (mariposa), se transforma, se metamorfosea, milagrosamente, en una babuschka. (madrecita)
El enlace entre las dos babuschka es puramente catenario. (Pertenecen a una cadena significante inconsciente, reprimida.)
Es evidente que nada del orden de la intuición, de la representación imaginaria, habría permitido conjeturar que la mariposa macaón es una mujer.
La babuschka-Macaón, significante de altos vuelos, en su alada sobredeterminación, que se abre y se cierra en el espacio sutil e ingrávido de la alétheia, significa tanto mariposa, como mujer o madrecita
En cuanto Freud abandona el cauce del significante, precipitándose de cabeza en la torrentera de lo imaginario, mete la pata hasta el fondo.
Aunque eso no le preocupa porque es el propio discurso del analizante el que endereza lo que se ha torcido, el que le encamina hacia la buena senda; se trata, tan solo, de confiar en el significante; como dice Lacan, de "inclinar la cabeza ante el ser de Dios":
"(...) Por mi parte, propuse la posibilidad de que las rayas amarillas de las alas de la mariposa le hubieran recordado el traje de una mujer determinada, solución totalmente errónea, como luego se verá...".
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El pánico al corte, a la abertura, a la hiancia; a la vez, el deseo de un deseo; el deseo del deseo del Otro |
Las rayas amarillas no son la coloratura amarilla (roja o verde) del moi, que se ajusta como una vestidura a la imagen del cuerpo, al i (a), de la misma forma que un traje bien entallado.
Las rayas amarillas son puros trazos literales, pertenecientes a la dimensión de lo real de lalengua, que, en su disposición, en su tipografía, conforman una escritura en la que es posible leer aquello que tiene que ver con el otro goce.
Este carácter gozoso de lo que es pura tipografía o molde literario es confirmado por Freud, cuando, en un momento dado, sin saber cómo, es arrastrado hacia el litoral del goce femenino (A esa costa que, como San Francisco Javier, nunca pudo llegar a tocar; la pluma se le cayo de las manos cuando trataba de dar cuenta de la Ich-spaltüng.):
"A propósito de algo absolutamente distinto y muchos meses después, observó el paciente que lo que le había inspirado miedo había sido el movimiento de la mariposa abriendo y cerrando las alas, cuando estaba posada en la flor. Tal movimiento habría sido como el de una mujer al abrirse de piernas formando con ellas la figura de una V, o sea la de un cinco en números romanos, alusión a la hora en que desde sus años infantiles y todavía en la actualidad solía acometerle un acceso de depresión.".
La letra V, el número 5 en la numeración romana (los números son representados por letras), el tiempo de sus crisis (las cinco de la tarde), ergo, el trazo literal, la cifra, la temporalidad del goce (Que se manifiesta en los accesos de depresión.)
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La letra V |
El movimiento de las alas se configura como una pulsación de abertura y cierre, de sístole y diástole, que hace referencia al tiempo, a la pulsación del inconsciente.
Esa angustia que le embarga al pequeño sujeto, al lobezno, nos indica, en tanto se trata del afecto que no engaña, que, ahí, en esa abertura, en esa hiancia, emerge algo del orden del goce (Como tal, temible.)
Es cierto que ese movimiento de apertura y cierre, de más (+) y de menos (-), introduce la dimensión diacrónica de la cadena del significante, estructurada por la pulsación del corte, del intervalo, de la hiancia del inconsciente.
No hay inconsciente y, además, el corte del inconsciente, sino que el inconsciente es el corte, la hendidura.
Pero este acceso a la temporalidad significante, a la ley del deseo, a un esbozo del orden simbólico, gracias a una inocente y juguetona mariposa, debería haber tranquilizado al Hombre de los Lobos.
Si esa mariposa, en su profunda y misteriosa belleza, le angustia sobremanera, sumiéndole en el desamparo (hilflosigkeit), desencadenando la fobia, es porque ella (¡la fémina!) evoca la ditmensión real del goce.
Esas alas que se abren y se cierran pueden representar para el sujeto una gran boca capaz de engullirlo o un abrazo amoroso asfixiante; ambas cosas comportan el riesgo máximo, aterrador, de su desaparición, de su afánisis.
Freud, siguiendo los pasos del paciente, dice que ese movimiento alado, esa alatura, escribe en el aire un trazo literal: la letra V, equivalente al cinco en la numeración romana.
El número V es la señal de que se va a iniciar la singladura del goce (Con riesgo de naufragio.)
Esta V es la letra, la cifra, que remite al trauma, al fantasma de la escena primaria, al encuentro con el deseo de la madre, bajo la forma de una mujer que se abre de piernas, ofreciéndose al goce del otro.
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El valor de una cifra cuando se suma a la otra |
Es evidente que en la historia del paciente ruso, gracias a la función de albacea de un sueño, el de los lobos, a través de un acto de escritura, se inscribe, se dibuja, en la superficie topológica del cuerpo, la letra V, la marca del litoral del goce, la cifra de todos los síntomas del sujeto.
El movimiento de las alas de la mariposa remite a la pulsación hiante del significante, al movimiento de abertura y cierre del inconsciente.
Pero hay algo más allá, otra cosa que esta temporalidad regida por el juego de la presencia-ausencia.
No solo está el automatón del inconsciente, la repetición de los signos; también hay que tener en cuenta la dimensión de la tyché, del encuentro fallido, azaroso, con lo real del trauma, con lo más inasimilable y desconocido del goce.
El movimiento de apertura y cierre de las alas escribe el trazo literal, la rúbrica de una V, que, en su función de signo, tiene como referente un goce enigmático, que sume al sujeto en la extrañeza, en tanto se trata de una cuestión de la competencia o de la incompetencia del Otro (
La fobia es una defensa frente a la angustia suscitada por la radical extrañeza del goce.
¿Dónde capta el sujeto el goce de la mariposa-mujer?
En el mismo movimiento de (a) batir las alas.
Este movimiento es efecto de algo, está causado por algo. ¿Por qué?
Analicemos la escena de la fobia.
¿En qué contexto de su historia empieza a volar la fobia a la mariposa que le obliga a huir despavorido, inundado de angustia?
Hay que partir de la curiosidad infantil que, como toda curiosidad, es de raigambre sexual, en tanto interés por asomarse a todo ese mundo de cosas curiosas y extrañas, a la par que enigmáticas, que suscitan nuestras más ardientes interrogaciones. (¡Iba a decir preocupaciones!)
Aquí se trata del vuelo de la mariposa, aquello que tiene que ver con un objeto -¡vivo!- en movimiento.
Esto tiene su digno precursor en Leonardo Da Vinci y su investigación sobre el vuelo de las aves.
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Dibujos sobre aves volando, de Leonardo Da Vinci |
Freud señala que la curiosidad de los niños es especialmente captada por el movimiento de los objetos, con relación al cual establecen sorprendentes y curiosas asociaciones. (Esto implica que el movimiento es tomado en su valor significante, como puente de unión con otros significantes.)
Este es el caso del Hombre de los Lobos que, en su análisis, aprés coup, asocia el movimiento de abertura y cierre de las alas de la mariposa con la grafía de una V, la figura de un cinco en la numeración romana, que se asemeja -¡según su inconsciente!- a una mujer en el momento de abrirse de piernas:
"(...) Era esta una ocurrencia en la que jamás hubiera yo caído y tanto más valiosa cuanto que el proceso de asociación en ella integrado presentaba un carácter absolutamente infantil. He observado, en efecto, con frecuencia, que la atención de los niños es más fácilmente captada por el movimiento que por las formas en reposo, y que los sujetos infantiles basan con gran frecuencia en tales movimientos asociaciones que nosotros los adultos no establecemos...".
Para la física cuántica el movimiento es relativo, debido a que su percepción depende de la posición del observador. (Por ejemplo, si está en reposo o en movimiento.)
Esto implica que en el caso de la fobia de este niño de cuatro años, para captar su movimiento, su desplazamiento significante, tendremos que tener en cuenta la posición del sujeto en la estructura, la estructura fantasmática que subtiende su aprehensión de la realidad.
Al niño no le llama únicamente la atención el movimiento de la mariposa en el aire, los arabescos que dibuja en su vuelo.
Tampoco su quietud, su reposo, su elegante estatismo.
Lo que le atrae intensamente es el movimiento en reposo de la mariposa cuando se posa en una flor.
Ese enigmático batir de las alas.
Es la relación entre dos elementos disímiles, el reposo y el movimiento, la quietud y la agitación, lo que convoca poderosamente a su mirada asombrada.
El cuerpo reposa; las alas se mueven.
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El movimiento ordenado-caótico de las mariposas: la imagen de la vida |
Un movimiento se perfila, se proyecta, sobre un fondo de reposo, de quietud.
En la escena primaria, el infans, al principio, está en reposo, durmiendo tranquilamente en su cuna, cuando, de forma abrupta, un ruido, acompañado de un intenso movimiento, de una agitada excitación, le despierta: la escena del coito entre los padres.
¿Por qué mueve las alas la mariposa, cerrándolas y abriéndolas, cuando se posa en una flor para libar el polen?
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El reposo de la mariposa: la imagen de la muerte |
¿Pero no se trata aquí de otra cosa?
Precisamente del juego de la muerte alrededor de la Otra cosa.
¿Por qué el Hombre de los Lobos capta la tipografía, la rúbrica, el trazo literal de una V, en el movimiento de las alas de la mariposa?
Esta es la cuestión esencial, que ya no tiene nada que ver con la lengua de las mariposas (si existiese tal lengua), sino con lalengua, es decir, con el anudamiento entre la dimensiones histórica y real de la pulsión. (El goce.)
Es evidente que nadie puede captar desde la pura percepción la grafía de una V en el movimiento de las alas de una mariposa o en las piernas entreabiertas de una mujer.
No hay letras en la naturaleza.
No se puede acceder al alfabeto ni al número desde una experiencia empírica.
La transmisión de la palabra hablada (el significante) y escrita (la letra) solo se produce a partir del aprendizaje social del lenguaje.
Se puede hipotetizar, desde la lógica de la estructura, del significante, que para percibir la letra V en la naturaleza se necesitan al menos dos mariposas.
Con una sola mariposa o con una mariposa sola (¡pobrecita!), es imposible acceder a la dimensión de la letra, a la lógica de la escritura.
Solamente en una sociedad de mariposas se puede inscribir aquello que pertenece al orden de la escritura.
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La mariposa "monarca": una sociedad de mariposas |
¿Y esto por qué? Porque la letra, en este caso la V, es la marca del goce, su nombre propio, y este, al igual que el lenguaje, es social.
De hecho, lalengua, se puede definir como el producto de la sociedad formada por el lenguaje y el goce. (Que transforma a ambos, los subvierte, pervierte, retuerce.)
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La sociedad a-social de las letras |
Para que haya lenguaje y goce, es decir, lalengua, se necesitan al menos dos mariposas.
Las mariposas solo empezarán a hablar lalengua de las mariposas a partir del 2.
En nuestro caso, el del Hombre de los Lobos, el número en juego es el 5 (V), que nos basta y nos sobra para formar sociedad; aparte que se puede descomponer en la suma del dos y del tres: 2 + 3 = 5.
Sabemos, desde el psicoanálisis y desde la filosofía (Heidegger), que no hay dos sin tres. (O que las desgracias no vienen solas.)
La cuenta siempre comienza en el tres: 3... 2... 1.
No se trata del 3 ordinal, sino del tres cardinal, del tres de la cuenta, de la enunciación ("Tengo tres hermanos: Pablo, Ernesto y yo"; en notación matemática: 3 = 2 + 1).
Entonces, ¿tendría que haber por lo menos tres mariposas? (1... 2... 3)?
No, porque el tres, el que permite contar hasta el 2, no es el 3 ordinal, sino el tres cardinal, el que nombra a un conjunto, ya se trate del conjunto social o de del lenguaje en su sincronía.
Se trata de aquel número que, como hace el Hombre de los Lobos con el 5, puede formalizarse con una letra: V
En el caso de la cuenta o de lalengua de las mariposas, el V, si le da la vuelta como un calcetín, aparece mágicamente la A mayúscula, una de las letras claves del psicoanálisis: el significante del Otro.
En consecuencia, tiene que haber al menos 2 mariposas para que se constituya un lazo social, lenguajero, en el que se inscriba y se transmita el goce.
¿Cómo alcanzamos ese dos? Con recursos retóricos, ficcionales, cocinados al fuego de la verdad.
Puede hacerse la cuenta con una mariposa y Chuang Tzu que sueña que es una mariposa libando en una flor, abriendo y cerrando las alas; al despertar no sabe si es una mariposa soñando que es Chuang Tzu o Chuang Tzu soñando que es una mariposa.
A lo anterior, hay que sumarle el 3, que no es una tercera mariposa (el sueño del sueño del sueño), sino el tres cardinal, el nombre propio, que nombra al conjunto de las mariposas.
La letra A, la marca de lalengua de las mariposas, en su escritura literal, en ese movimiento de apertura y cierre de sus alas, traza, en la superficie del aire, su rúbrica: V
Pero nos falta el cuarto elemento, lo real del goce, al que nos conduce el trazado de la letra, su rúbrica, en su condición litoral o literal, en su función de marca del goce impresa sobre el cuerpo.
Podemos escribir el goce pulsional con la letra que utiliza Freud en el Proyecto (Entwurf) para representar la cantidad: Q (η); Q (eta).
Es evidente que hay una simetría entre la v del Hombre de los Lobos y la η de la cantidad de goce del Entwurf.
Es cierto, no hay por qué ocultarlo, que se trata de una simetría totalmente arbitraria, cogida, como la suerte, por los pelos, o, como la mariposa, por las alas.
Una letra v no es una letra η; la primera, pertenece al alfabeto árabe; la segunda, es la séptima letra del alfabeto griego.
Aunque su alfabetización es diferente, porque pertenecen a alfabetos diferentes, si las tomamos en su función de marcas del goce, en su carácter de trazos literales, de rasgos de escritura, de rúbricas del nombre propio, que se inscriben sobre la superficie topológica del cuerpo, es posible establecer homologías entre ellas.
Curiosamente, he hallado en la firma del prestigioso científico, J. J. Thomson, descubridor del electrón, una letra teta: η
Esta letra η es la rúbrica que corresponde al nombre propio Joseph John; concretamente, a sus iniciales, a las dos J, de las que queda el testimonio de los dos puntitos.
La rúbrica, el trazo, la firma, ha transformado a J. J. en una η (teta) con dos puntos. (Que también son trazos literales.)
Tenemos ahí, en la firma, el 2 ampliamente repetido: dos J; dos puntos (.); siendo esta la parte de la firma que correspondería a la repetición significante.
Hay otra dimensión de la firma que se relaciona con el goce.
Es justo la rúbrica, ese garabato que captura las dos J, con sus respectivos puntos de abreviatura, transformándolos en una η (teta), en un trazo literal, en un nombre propio, en su función de marca del goce.
Estrictamente, el nombre propio es la rúbrica del goce, por consiguiente, la η.
El nombre propio, familiar, reconocible, de J. J. Thomson, aquel con el que se le conocía en la Universidad de Cambridge, era J. J. Thomson o Mr. Thomson.
Thomson era J. J. para sus amigos y Sr. Thomson para sus alumnos.
El caso es que este hombre, renombrado científico, tenía un electrón perdido, atravesado, más pallá que pacá, con una extraordinaria carga negativa, que dependía, en su órbita, de un nombre secreto, al que podemos considerar como su verdadero nombre propio, en tanto nombre-del-goce, como tal impronunciable, pero escribible, la letra η.
Aquí no se fuerza nada porque esta letra teta está en su firma como cualquiera puede comprobar si tiene ojos para no ver.
Letra η ---------> Nombre propio -------> Rúbrica ---------> Goce
El punto importante es que el amigo Thomson lleva grabada en la superficie de su cuerpo (aunque sea invisible) la marca del goce, la letra η, el nombre propio (el que es más propio que el propio nombre propio).
Se plantea la existencia de una homología estructural entre la V del Hombre de los Lobos y la η de Thomson.
Vamos a tomar estas dos letras a la letra, como si se tratase de una sopa de letras, divertida y apetitosa. (Entiendo que se trata de letras comestibles.)
¿Por qué son homólogas, a pesar de ser diferentes, la letra v, de wolf, y la letra η thomsoηiana?
Por tres motivos: por su condición de rúbrica o trazo literal; por su estatuto de nombre propio; y, last but not least, por su función de marca del goce, grabada en el cuerpo, en lo más entrañable de las entrañas.
Así, en trazos gruesos, se puede considerar que la letra η es una v invertida y divertida.
Entre estas dos letras hay un juego de inversiones, reversiones, traducciones, homologías.
Ambas letras son homólogas porque su tipo-grafía consiste en la abertura entre dos trazos rectilíneos.
En un caso, el de la v, la abertura está hacia arriba, mirando al cielo.
En el otro caso, el de la η, la abertura está hacia abajo, mirando a la tierra.
Existe una operación de inversión entre la v y la η alrededor de un eje horizontal.
Hay simetría entre ambas letras; como si una mariposa, posada en una flor, abriendo y cerrando sus alas, se reflejase en la superficie de un estanque.
La mariposa de arriba es la v; su reflejo de debajo, en su inversión, configura una η.
Es interesante que, si nos fijamos en los isomorfismos estructurales, se puede captar que el reflejo en el agua de una mariposa con las alas abiertas es isomórfico con la proyección biyectiva entre una letra v y una letra η (teta)
Así mismo, una v y una η, en su prolongación, forman un losange, un rombo, como función lógica: ◊
Se trata de la función lógica que se encuentra como elemento mediador en el matema del fantasma.
Losange se puede traducir por función lógica de corte.
El símbolo lógico del rombo es el resultado de la condensación de otras funciones lógicas: la conjunción (∧); la disyunción (∨); mayor (>); menor (<)
Si montamos el puzzle con estos signos o rasgos literales se arma no la marimorena, sino el rombo o losange.
Recordar que las otras dos piezas que hemos introducido en este puzzle son la v y la η, isomorfas con ∨ (disyunción) y ∧ (conjunción)
Lo interesante es que este rombo es un elemento fundamental en la fórmula del fantasma: $<>a
Es cierto, no hay por qué ocultarlo, que se trata de una simetría totalmente arbitraria, cogida, como la suerte, por los pelos, o, como la mariposa, por las alas.
Una letra v no es una letra η; la primera, pertenece al alfabeto árabe; la segunda, es la séptima letra del alfabeto griego.
Aunque su alfabetización es diferente, porque pertenecen a alfabetos diferentes, si las tomamos en su función de marcas del goce, en su carácter de trazos literales, de rasgos de escritura, de rúbricas del nombre propio, que se inscriben sobre la superficie topológica del cuerpo, es posible establecer homologías entre ellas.
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La letra teta como marca del goce |
Curiosamente, he hallado en la firma del prestigioso científico, J. J. Thomson, descubridor del electrón, una letra teta: η
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La rúbrica del físico J. J. Thomson |
Esta letra η es la rúbrica que corresponde al nombre propio Joseph John; concretamente, a sus iniciales, a las dos J, de las que queda el testimonio de los dos puntitos.
La rúbrica, el trazo, la firma, ha transformado a J. J. en una η (teta) con dos puntos. (Que también son trazos literales.)
Tenemos ahí, en la firma, el 2 ampliamente repetido: dos J; dos puntos (.); siendo esta la parte de la firma que correspondería a la repetición significante.
Hay otra dimensión de la firma que se relaciona con el goce.
Es justo la rúbrica, ese garabato que captura las dos J, con sus respectivos puntos de abreviatura, transformándolos en una η (teta), en un trazo literal, en un nombre propio, en su función de marca del goce.
Estrictamente, el nombre propio es la rúbrica del goce, por consiguiente, la η.
El nombre propio, familiar, reconocible, de J. J. Thomson, aquel con el que se le conocía en la Universidad de Cambridge, era J. J. Thomson o Mr. Thomson.
Thomson era J. J. para sus amigos y Sr. Thomson para sus alumnos.
El caso es que este hombre, renombrado científico, tenía un electrón perdido, atravesado, más pallá que pacá, con una extraordinaria carga negativa, que dependía, en su órbita, de un nombre secreto, al que podemos considerar como su verdadero nombre propio, en tanto nombre-del-goce, como tal impronunciable, pero escribible, la letra η.
Aquí no se fuerza nada porque esta letra teta está en su firma como cualquiera puede comprobar si tiene ojos para no ver.
Letra η ---------> Nombre propio -------> Rúbrica ---------> Goce
El punto importante es que el amigo Thomson lleva grabada en la superficie de su cuerpo (aunque sea invisible) la marca del goce, la letra η, el nombre propio (el que es más propio que el propio nombre propio).
Se plantea la existencia de una homología estructural entre la V del Hombre de los Lobos y la η de Thomson.
Vamos a tomar estas dos letras a la letra, como si se tratase de una sopa de letras, divertida y apetitosa. (Entiendo que se trata de letras comestibles.)
Sopa de letras comestibles |
¿Por qué son homólogas, a pesar de ser diferentes, la letra v, de wolf, y la letra η thomsoηiana?
Por tres motivos: por su condición de rúbrica o trazo literal; por su estatuto de nombre propio; y, last but not least, por su función de marca del goce, grabada en el cuerpo, en lo más entrañable de las entrañas.
Así, en trazos gruesos, se puede considerar que la letra η es una v invertida y divertida.
Entre estas dos letras hay un juego de inversiones, reversiones, traducciones, homologías.
Ambas letras son homólogas porque su tipo-grafía consiste en la abertura entre dos trazos rectilíneos.
En un caso, el de la v, la abertura está hacia arriba, mirando al cielo.
En el otro caso, el de la η, la abertura está hacia abajo, mirando a la tierra.
Existe una operación de inversión entre la v y la η alrededor de un eje horizontal.
Hay simetría entre ambas letras; como si una mariposa, posada en una flor, abriendo y cerrando sus alas, se reflejase en la superficie de un estanque.
La mariposa de arriba es la v; su reflejo de debajo, en su inversión, configura una η.
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La simetría entre la v y la η captada en el reflejo del movimiento de las alas de una mariposa en un estanque |
Es interesante que, si nos fijamos en los isomorfismos estructurales, se puede captar que el reflejo en el agua de una mariposa con las alas abiertas es isomórfico con la proyección biyectiva entre una letra v y una letra η (teta)
Así mismo, una v y una η, en su prolongación, forman un losange, un rombo, como función lógica: ◊
Se trata de la función lógica que se encuentra como elemento mediador en el matema del fantasma.
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Losange o rombo: función lógica |
Losange se puede traducir por función lógica de corte.
El símbolo lógico del rombo es el resultado de la condensación de otras funciones lógicas: la conjunción (∧); la disyunción (∨); mayor (>); menor (<)
Si montamos el puzzle con estos signos o rasgos literales se arma no la marimorena, sino el rombo o losange.
Recordar que las otras dos piezas que hemos introducido en este puzzle son la v y la η, isomorfas con ∨ (disyunción) y ∧ (conjunción)
Lo interesante es que este rombo es un elemento fundamental en la fórmula del fantasma: $<>a
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El objeto imaginario del fantasma i (a´) versus el objeto real, de goce, @ |
Más que interesante este artículo!!! gracias
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