La Clínica psicoanalítica y sus avatares

El esquema óptico de Lacan; un florero muy floreado

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domingo, 25 de noviembre de 2018

La mujer, el vaso y el cunnus (I)

 I) La mujer y el vaso

  ¿Cuál es el factor común entre la figura de la mariposa macaón, que mueve sus alas al sol, la tipografía de la letra V, y la imagen erotizada de una mujer que se abre de piernas?

 El factor común que se reparten entre sí estos tres elementos absolutamente dispares -un insecto, una letra y la imagen de una mujer- no es otro que la sustancia gozante.

 ¿Por qué digo esto?

 ¿De qué manga me saco esta carta?

 Resulta que para el que tenga ojos para ver este trío de figuras disímiles procede de la misma matriz imaginario-simbólica.

 Cada una de ellas, en su remembranza, tiene como causa final, como telos, la forma de una vasija, de un vaso.

 Procedamos, desde lo más imaginario, a una demostración topológica.

 Voy a anticipar el final de la película, para que no nos quedemos detenidos en el suspense.

 Como demostró el gran Alfred, si uno conoce el final antes de haberlo alcanzado, el suspense, en vez de disminuir, se incrementa de una forma exponencial.

 En realidad, no es suspense, es angustia, que se ha generado por haber actuado sobre la temporalidad con recursos retóricos.


Alfred Hitchcock; el final de la película; la intriga y el tiempo 

 ¿Cuál es el final que subvierte el suspense con el fin de potenciarlo?

 Antes de haber podido extraer el factor común de esos tres elementos odd con pulcritud y elegancia matemáticas sabemos, gracias a Alfred y su discurso cinematográfico, que hay una relación íntima entre la sustancia gozante y la vasija.

 Con esto no hemos desvelado nada, no hemos fastidiado la película, sino que hemos dicho lo que todo el mundo sabe, pero que casi nadie se anima a decir.

 Aparentemente, nos hemos cargado la película, aunque en realidad hemos elevado el enigma a una potencia segunda, al cuadrado: ¿qué tiene que ver una sustancia gozante con una vasija?

 Como si preguntáramos qué tiene que ver el tocino con la velocidad.

 Si uno quiere hacer una digestión rápida, veloz, que no se le ocurra ni por lo más sagrado tomarse un bocadillo de tocino; se quedaría de lo más atocinado, sin capacidad de reacción, con el freno puesto y marcha atrás.

 Pues bien, resulta que el tocino tiene mucho que ver con la sustancia del goce porque es algo de lo más sustancial.

 De hecho, es tan sustancial que provoca digestiones de lo más pesadas y lentas.

 Confundir el tocino con la velocidad, el culo con las témporas, la gimnasia con la magnesia,  el goce con la vasija... a eso nos vamos a dedicar en una especie de ejercicio psicoanalítico-recreativo en el que nada es lo que parece, y cualquier cosa puede ser lo mismo y lo contrario.

No confundir la velocidad con el tocino

 Indudablemente, hemos creado una situación de suspense.

 Primero, una mirada a la vasija o el vaso.

La vasija de barro que almacena la sustancia del goce

 Si uno sigue el perfil, el borde de la vasija, es cierto que recuerda a la abertura alada y literal de la mariposa-letra-mujer.

 Escojamos la imagen de un vaso.

Kero de cerámica: vaso ceremonial incaico, pintado con escenas de la vida incaica y laqueado.

 Esta imagen es homóloga a la anterior: dos ramas que se abren; dos brazos que se separan, dejando entre ellos una abertura, un espacio vacío.

 Es curioso que en la franja del medio de la vasija esté dibujada una serie de rombos encadenados, de losanges.

 El losange () significa rombo en francés (figura de rombo colocado de suerte que uno de los ángulos agudos quede por pie y su opuesto por cabeza)

 En lógica, el losange es un articulador lógico que condensa las dimensiones de la conjunción-disyunción y de lo mayor-menor.

 En la vasija incaica, ¿qué elementos articula entre sí ese vel romboidal, esa conectiva lógica, losangeana?

 Si nos fijamos en la parte superior, la más cercana al borde de la vasija, nos encontramos con una figura humana, la cual, según mi hipótesis, correspondería, por su proximidad con el agujero, al sujeto dividido, eclipsado por el significante (S)

 En la parte inferior de la vasija están representados unos motivos florales.

 Apoyándonos en el esquema del estadio del espejo, estas flores sueltas, desgajadas, se podrían asimilar a los objetos @; los objetos de la pulsión.

Las flores dispersas: los objetos @

 Por lo tanto, la hendidura del sujeto en su relación de losange con el objeto @, eso es nada más y nada menos (¿se puede contabilizar el nada?) que el matema del fantasma: S (hendidura del sujeto) ◊ @ (objeto del goce)

 Sobre la superficie del cuerpo de la vasija se inscribe la fórmula lógica del fantasma.

 La vasija, que guarda la sustancia preciosa del goce, se modela alrededor del agujero, el lugar de das Ding.

Probemos ahora con la letra V, en su remembranza, en su memorial de la vasija y del vaso, en ese vacío compartido que los embaraza y angustia.

Representación pictográfica de una  con la imagen de un Vaso

 También la V, al igual que la vasija y el vaso, así como la mariposa macaón, parecen estar a la espera de recibir algo entre sus brazos -¡o piernas!- abiertos.

 Son la viva imagen de acogida de un vacío que aparentemente anhela ser llenado.

 ¿Con qué?

 Es la dialéctica del vacío-lleno.

 Acudamos ahora a la imagen de la mariposa macaón en su tenso reposo.


Esta es una mariposa macaón con las alas abiertas, en una posición de recepción y de acogida, de abertura al otro

 Más difícil todavía, la en kanjilalengua japonesa.

Los kanjis (漢字, kanji, literalmente «carácter han») son los sinogramas utilizados en la escritura del idioma japonés. 

 Nos falta la imagen de una mujer con las piernas abiertas.

 Con respecto a esto, lo que nos sobra, como todos sabemos, es imaginación.

 Imaginarse una mujer con las piernas abiertas, aunque sea algo muy sugerente y atrayente, nos hace caer en esa trampa en la que la percepción oculta la estructura.

 Freud, lo que plantea, es que una letra puede dar cuenta perfectamente de esta apertura o abertura de una mujer a su goce.

 II) El cunnus de la mujer

 No es más que el misterio del órgano sexual femenino.

 Por cierto, la palabra coño viene del latín cunnus, que hace referencia al sexo de la mujer, a la vulva.

 Aunque no se sabe con certeza, se cree que cunnus procede de una raíz indoeuropea, (s) keu-, que significa cubriresconder; raíz que está contenida también en el adjetivo latino obscurus (oscuro).

 Esta misma raíz, (s) keu-, se encuentra en el vocablo griego kýtos que significa cavidad cerrada, y que la ciencia ha tomado con el valor de célula (se encuentra en citología; citoplasma; fagocito; eritrocito, etc.)

 Se podría plantear que el psicoanálisis es una kýtos-logía o cito-logía, es decir, el abordaje, a través del logos, del saber de los significantes, de esa cavidad cerrada (kýtos), oscura, escondida, que tiene un valor de célula, de citos del goce.

 Esto y no otra cosa es el cunnus: la mujer que, haciéndose cavidad, se cierra, se repliega, sobre el kýtos de su propio goce.

 Por eso se puede decir que la mujer es obscurus, en el sentido de que su ser más íntimo, su kýtos, su cunnus, se cubre, se esconde (keu- 

 En vez de la imagen de una mujer con las piernas abiertas -que se abre de piernas-, como en el caso del Hombre de los lobos, que es el fantasma masculino que está en la base del así llamado masoquismo femenino, vamos a utilizar otra imagen, distinta pero equivalente: la de una mujer con los brazos abiertos; que se abren, como una ventana, de par en par.

 Aquí se va a jugar equívocamente con el concepto de la ventana del fantasma.

La ventana del fantasma: R. Magritte

 La mujer es una ventana que se abre. ¿A qué?

 Todo aquello que se abre, como una ventana, también se puede cerrar.

 Hay un tipo de ventanas que se llaman oscilo-batientes.

 Las ventanas con apertura batiente son aquellas que al abrirse se inclinan hacia el interior.

 Las ventanas oscilo-batientes también incorporan la apertura batiente; que se caracteriza por disponer de uno de los sistemas más versátiles porque permiten una apertura tanto lateral como inclinada hacia el interior.

 El batiente es la parte del cerco o marco de una puerta o ventana sobre el que baten las puertas o ventanas al cerrarse.

 La mujer es una ventana.

 Dado que existen ventanas oscilo-batientes, ¿es simplemente una ventana oscilante que se abre, como todas, de forma lateral, o incorpora una apertura batiente que se abre también hacia el interior?

 ¿La mujer es una ventana que se abre hacia el exterior, el interior, o el exterior-interior?

 La única forma de saberlo es entrar en relación con una ventana... ¿Qué digo? ¡Con una mujer!

 Se puede entrar en relación con una mujer que se abre de forma lateral, hacia el exterior; o que se abre hacia el interior; o, por fin, el caso más complejo, que se puede abrir de manera oscilo-batiente, hacia el exterior y hacia el interior.

 En los dos primeros casos, en los que la ventana solo se puede abrir de una sola forma, la relación es necesaria; en el tercer caso, en el que opera una disyunción excluyente -o A o B, pero no las dos a la vez-, se establece una relación contingente, en la que interviene un elemento azaroso, indecidible, incalculable

 ¿De qué depende que la mujer se abra hacia fuera o hacia dentro?

La mujer y las ventanas oscilo-batientes

 Esto del mecanismo oscilo-batiente, que pone en continuidad el exterior y el interior, nos recuerda a esas estructuras topológicas que tienen la misma propiedad: la comunicación que se establece entre el afuera y el adentro sin atravesar un borde.

La continuidad entre el exterior y el interior

 Podemos referirnos aquí a la cinta de Mobiüs, al cross-cap, al toro, y a la botella de Klein.

 Es posible afirmar, aunque solo sea por aproximación, que el cuerpo de una mujer tiene la estructura de una botella de Klein.

La botella de Klein y el cuerpo oscilo-batiente de una mujer

 La botella de Klein es una superficie unilátera, sin borde, inmersa en el espacio tridimensional.

 Es prima hermana de la cinta moebiana.

 Lo que tiene de mágico y de misterioso es la posibilidad de recorrerla en su totalidad, de arriba a abajo, de afuera a adentro, de una forma continua, recorriendo todos y cada uno de los puntos que la forman sin atravesar ningún borde.

 Al recorrerla, se puede decir que, en un momento dado, puntualmente, se entra y se sale; o que se va por arriba y a continuación por abajo.

 Pero las oposiciones adentro-afuera, arriba-abajo, no tienen aquí ningún sentido, al tratarse de una superficie continua, de una sola cara.

 Todo lo que intentes introducir (?) en esa botella sin interior permanecerá a la vez en un afuera (?) sin exterior. 

 Por lo tanto, es una botella paradójica, que subvierte la dialéctica vacío-lleno, debido a esa imposibilidad real de rellenarla, colmarla, saciarla; no se rige por los conceptos imaginarios, pertenecientes a la estética trascendental (la intuición pura, apriori, de la representación del espacio), del adentro-afuera. 

 ¿Se puede llenar, re-llenar, taponar, el agujero del cuerpo de una-mujer-botella-de-Klein?

 Lo que es evidente es que la botella de Klein es una organización del agujero: su estructuración topológica se produce a partir de dos agujeros: uno exterior y otro interior.

 ¿No se siente un estremecimiento y un temblor pleno de erotismo frente a este seductor cuerpo?

 Aunque, ¡cuidado!, no olvidar el refrán casa de dos puertas mala es de guardar.

Visión de los dos agujeros del cuerpo de la botella de Klein

 Se hace necesario recordar de nuevo que en esta estructura topológica no hay ni un afuera ni un adentro.

 Por consiguiente, el agujero, así llamado por convención, a partir de la inmersión de la botella de Klein en el espacio tridimensional, exterior, es al mismo tiempo interior (se trata del agujero del asa de la botella); así mismo, el denominado, para orientarnos, agujero interior (el del cuello de la botella), es simultáneamente exterior.

 De hecho, aquello que introducimos por el agujero del cuello de la botella, desde el exterior al interior, a pesar de estar adentro seguirá estando afuera; porque aquí domina la estructura de lo éxtimo, del centro-exterior.

Centro de reciclado para botellas de Klein

 La botella de Klein se forma a partir de un cilindro al que se le produce una torsión sobre sí mismo, una invaginación que une sus dos extremos, sus orificios terminales, en un movimiento de atravesamiento-no atravesamiento, exterior-interior. 

 Lo que era un cilindro, un único brazo con dos orificios, se transforma en los dos brazos de una mujer que, en un movimiento de torsión, se abrazan a sí mismos.

 Esta operación, realizada en y con el cuerpo, lo configura como una botella de Klein, horadada por dos agujeros éxtimos.

 La botella de Klein es una superficie topológica unilátera que tiene dos agujeros.

 El goce femenino nos remite a un cierto vacío que tiene su centro y su periferia en el cuerpo.

 Se puede efectuar una especie de regla de tres o silogismo sui generis:
  • Si el cuerpo de la mujer es una botella de Klein...
  • Si la botella de Klein se puede convertir por transformación continua en una vasija de dos agujeros...
  • El cuerpo de la mujer es una vasija con dos agujeros...
 Que el cuerpo de la mujer sea una vasija de Klein, unilátera, con dos agujeros, nos acerca a lo más misterioso del goce femenino.

 La posición sexuada de la mujer tiene dos características o dos propiedades lógicas.

 Una de ellas concierne a la dimensión de la existencia; al modo de existencia (su ser-en-el-mundo) singular de las mujeres.


 El Uno masculino, a partir de la excepción a la función fálica (castrativa) -Existe al menos una x que dice no a la función fálica, Φ (x) -, se constituye como un universal -Para todo Φ (x)-, lo que permite referirse a los hombres como una serie, o al Hombre como un Uno; en el caso de la mujer y su goce se trata de otra cosa.

 Las mujeres, en su existencia sexuada, no cuentan con el recurso a la excepción para constituirse como un universal, como la totalidad de La Mujer: No existe que diga no a Φ (x).

 Esto implica que las mujeres, a diferencia del hombre, no forman serie, o que La Mujer no tachada no existe.

 Esta posición de existencia, de goce, que no admite la excepción, que objeta la constitución de un universal, de una totalidad cerrada, está representada en la botella de Klein por su estructura unilátera, en la que lo interior se continua con lo exterior, y a la inversa.

 Es evidente que esto impide cerrar, clausurar, ese conjunto de puntos que conforman un botella de Klein, dado que cada uno de sus puntos, al ser a la vez exterior e interior, está dividido, escindido, hendido, en sí mismo

El cuerpo de la mujer, su dos brazos y sus dos o más agujeros

 Al ver esta vasija, que representa el cuerpo de la mujer, como una humilde botella de Klein, surcada por dos tipos de agujeros, aquel que pone en continuidad moebiana el interior y el exterior, mas aquel otro agujero que, como el del toro, se constituye como su centro-exterior, éxtimo, se puede entender perfectamente que La Mujer no tachada no existe; que solo existe una por una.

otra mujer, otro goce

 Es evidente que poder explorar esos agujeros múltiples, recorrerlos, es lo que constituye la posible-imposible relación con una mujer.

 Al no existir un universal de la mujer -La Mujer no tachada-, inevitablemente, el goce femenino se ad-scribe a la lógica del notodo.

El atractivo y angustiante cuerpo de una mujer

 Una botella de Klein, que se caracteriza por tener una superficie unilátera, carente de la oposición entre el exterior y el interior, solo es representable en el espacio tridimensional a costa de transgredir esta característica estructural.

 De hecho, lo que representamos como tal botella de Klein no es la botella de Klein, es otra cosa, con propiedades raras, extrañas, paradójicas, pero, evidentemente, con un interior y un exterior.

 Por eso es interesante destacar ese agujero en el que acaba el cuello de la botella que establece la continuidad entre el exterior y el exterior, que es la característica topológica prínceps de la botella de Klein.

 Es el agujero que al establecer la continuidad entre el afuera y el adentro actúa como organizador, estructurador, de la dichosa y maldita botella.

 Porque, indudablemente, sus propiedades son las de un objeto maldito.

 Se puede afirmar, después de dicho lo dicho, o de notodo lo dicho, que la botella nokleiniana, sino de Klein, del amigo Félix, es una organización topológica del agujero; o, lo que es lo mismo, del goce.


 Y justo con el agujero, y el cuerpo que lo envuelve, vamos a relacionar el goce notodo; el así llamado femenino.

 La palabra vulva procede del latín y significa envoltura.

 Se vincula a la raíz indoeuropea wel-2 (volverenrollar)

 Se puede afirmar que ese agujero, que pertenece al cuello de la botella, es el toto, el cunnus (del protoindoeuropeo kut-no-vagina) del cuerpo de la botella, en su sentido etimológico y sexual, de cavidad cerrada obscura.

 Los trovadores, entre otras cosas, se dedicaban a alabar como es debido el cunnus de la mujer.

 No puede haber una mujer sin cunnus.

 Por eso, la botella de Klein, que representa el cuerpo de una atractiva mujer, tiene su correspondiente cunnus o kut-no-, como debe ser y está mandado.

 A este kut-no-, agujero que constituye una célula, una cavidad cerrada, se asocia el obscuro, escondido, cubierto, goce femenino.

 Como botón de muestra, como elemento celular, constituyente de un tejido, con el fin de resaltar el papel del cunnus como cavidad que alberga un goce oscuro, opaco, cubierto, vamos a citar un poema de un experto en estas lides; concretamente del Rey Guillermo IX de Aquitania. ¡Ahí no es nada!

 Antes de nada, apelar aquí al padre de Dora y a su amante, la Sra. K.; sobre todo, en relación al uso, como práctica sexual, preferente, del cunnilingus, del chuminolingus.

 Aunque la cosa puede tener que ver con la impotencia del padre, con su falta de recursos, hay algo del goce que hace elegir el cunnus-lingus, el hoyo o joyo lingus.

 Hay una serie: cunnilingus; cunnus-lingus; joylingus; lustlingus; @lingus...

 El caso es que cuando el falo ha quedado fuera de juego, inutilizado, fuera de servicio, con la batería agotada, todos, no solo el Sr. Bauer, tenemos que apelar, en nuestros tratos con lo real de una mujer, al hoyolingus.

 Guillermo de Poitiers (1071-1126), el rey Guillermo IX de Aquitania, apodado el Trovador, fue un noble francés, noveno duque de Aquitania, séptimo conde de Poitiers y el primer trovador en lengua provenzal. También fue conocido por sus artes amatorias. (htpp://4crojoguerra.blogspot.com/2015/los-trovadores_21.html)

Guillermo IX de Aquitania, Rey y trovador

 La ley del coño



 Guillermo de Aquitania

 Compañeros, he tenido tanto disgusto y revés
que no puedo hacer otro canto, y quizá me arrepentiré
pues quiero que nadie sepa lo que yo suelo esconder.

 Y este mi pensamiento pronto os diré cual es:
no me agradan coños guardados ni lagos sin ningún pez,
ni alabanzas de malvados que obran de mala fe.

 Señor Dios, que es del mundo el capitán y el rey,
al primero que guardó el coño, ¿cómo no lo escarmentó bien?
Nunca hubo oficial ni guardia que tal traición llegó a hacer.

 Pero yo os diré enseguida del coño cual es la ley,
como hombre que allí ha hecho mal y lo ha obtenido también:
Todo merma el uso, en cambio el coño mejora su ser.

 Y aquel que mis razones no quisiera comprender,
que vaya a verlo al bosque, en un claro lo ha de ver:
Por cada árbol que talan, rebrotan dos o tres.

Y cuando el bosque han talado más fuerte vuelve a crecer,
y el dueño allí no pierde ni ganancia ni interés
y sin razón le pesa si no hubo daño después.
Yerra al lamentar la tala si daño no hubo después.